Por Javier Claudio
- * – . La desbandada del Movimiento Estudiantil, encontró refugio aquí de algunos
- * – . Hoy se alza la voz reclamo; “El presidente Gustavo Díaz Ordaz nos traicionó”
- * – . La persecución de estudiantes líderes, propició dispersiones hacia todo el país
Claridades. – Fortalecido por el contundente triunfo morenista que le da a México un nuevo gobierno y de promesa diferente y en lo justo, surge de atrás la voz tronante del diputado local de Morena, Jesús Martín del Campo para acusar de traición al entonces presidente de México Gustavo Díaz Ordaz, durante el Movimiento Estudiantil de 1968. Sobreviviente el legislador a la masacre en Tlatelolco, donde perdió la vida su hermano, clama una vez más justicia a 50 años de distancia.
Aclarando. – Su protesta enérgica, refiere que ahí en ese mismo solemne recinto, Díaz Ordaz, prometió un primero de septiembre que tendería la mano al Movimiento Estudiantil de 1968, pero casi inmediatamente después ordenó lanzar la ofensiva del Ejército para la toma de escuelas y la detención de miles de centenares de estudiantes. Enérgico y contumaz en sus acciones, Díaz Ordaz ha sido sentado junto con Luís Echeverría en el banquillo de los acusados por aquella masacre estudiantil.
Claroscuro. – La expectativa que desbordaba al país en los siguientes meses en medio de un mutismo creado por el temor a la represión, quedó atónita cuando Gustavo Díaz Ordaz alzo la voz en su siguiente informe de gobierno; “Asumo íntegramente la responsabilidad ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”. Trataba de lavar así, los crímenes en masa cometidos por el Batallón Olimpia, bajo el argumento de que peligraba el país
Clarín. – Fuimos testigos en parte de aquella incertidumbre estudiantil que en cuestión de minutos se convirtió en terror, cuando dándonos salida anticipada de la Secundaria No, 16, frente a la Vocacional y la Plaza de las Tres Culturas por cuestiones de seguridad, nos atrevimos mi hermano y yo acercarnos a la multitud de estudiantes que comenzaba a formarse en la gran plazoleta. Recomendaciones de advertencia, nos obligaron a retirarnos apuradamente, seguida a los pocos minutos de disparos.
Claro que sí. – La represión fue contundente contra 10 mil ahí reunidos, ciertamente el sobrevolar de un helicóptero, fue la acción antepuesta a una prolongada balacera de detonaciones fuertes y medianas. El correr de estudiantes presos del pánico, llenó de intenso movimiento una gran parte de aquella Unidad Nonoalco-Tlatelolco, todos en busca de algún refugio, luego un silencio, que a los pocos minutos fue roto por el ruido de botas de soldados que buscaban afanosamente estudiantes.
Claro que no. – Nadie olvida los aciagos días siguientes que ahí se vivieron, pues de manera atosigante la milicia mantuvo recorridos por todas las unidades habitacionales, departamento por departamento en busca de “revoltosos” y haciendo la advertencia que quienes les dieran refugio serían puestos ante la ley. Las salidas de casa sólo eran de las personas adultas para ir a compras ahí cercanas, solamente por lo más necesario, en tanto niños y jóvenes permanecían resguardados por seguridad.
Clarificando. – La polémica sobre el suceso se hizo en la mayoría de las familias, de manera particular en la nuestra, aún recuerdo, pues en tanto lamentábamos la masacre estudiantil, un familiar que trabajaba entonces en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) rechazaba que muchos de los estudiantes masacrados en la Plaza de las Tres Culturas tenían el tiro de gracia, que más bien eran soldados los heridos y en cantidad. La mañana siguiente, lavaban con apuro la plaza con mangueras a presión.
Sabía usted que. – La represión fue tal que el Movimiento Estudiantil de 1968 se diseminó y gran mayoría de sus líderes, amigos y familiares de estos decidieron abandonar la capital del país en el temor de ser desparecidos, concentrados en el Campo Marte o bien tirados al mar desde helicópteros. Por eso es que en provincia y particularmente aquí, existen muchos líderes de aquél movimiento estudiantil, donde encontraron refugio e hicieron una nueva vida al alejarse de aquél sueño de justicia.