Por Raúl Hernández Moreno
A partir del 5 de octubre en Tamaulipas quedó prohibido el uso de bolsas de plástico, pero el Congreso decidió dar un período de gracia para que los comerciantes se adapten y puedan sustituir el plástico por papel. Para el 1 de enero de 2019 la regla se estaría aplicando.
Una ley similar se aplicó en Laredo, Texas, a partir del 2016 y fue anulada en junio de este año, por la Suprema Corte de Justicia de Texas, que determinó que la ciudad no tiene facultades para aplicar este tipo de normas.
Durante los dos años que duró la ley, texanos y visitantes nos acostumbramos a llevar bolsas reusables principalmente a los supermercados. Hubo negocios que reemplazaron las bolsas de plástico por papel, unos las regalaban, otras las vendían a 10, 15 centavos.
Hubo quienes a falta de bolsas reusables, colocaban su mandado en el carrito y de ahí a la cajuela de su vehículo.
La nueva ley en Tamaulipas pretende mejorar el medio ambiente y los tamaulipecos se irán acostumbrando paulatinamente, como paso en Laredo donde nuevamente se usan bolsas de plástico, pero mucha gente carga en sus vehículos las bolsas reusables y las utiliza.
Aquí mismo en Nuevo Laredo, se puede prescindir de la bolsa de plástico cuando los productos adquiridos se pueden cargar fácilmente, sin riesgo de caerse al suelo. Claro, hay quienes compran un refresco de 600 mililitros y piden bolsa. Así son ellos y no se les puede cambiar con simples sugerencias. Necesitan una prohibición.
En esto de la ecología, más que buscar una conciencia colectiva, hay que aspirar a conciencias individuales. Hay ciudadanos que no necesitan que nadie los presione con la ley, para cumplir lo que suena y está bien.
En otro tema, la última vez que viajamos a la Ciudad de México, al regreso los pasajeros subimos a tiempo al avión, pero como la pista estaba saturada, salimos una hora y media tarde. El problema no fue de la aerolínea, sino la saturación de vuelos. Afortunadamente, era un vuelo directo, no estaba enlazado con otro vuelo, y aunque atrasados, llegamos. Malo hubiera sido estar conectados con otra línea y perder el vuelo.
El aeropuerto de la Ciudad de México está saturado, eso lo sabe cualquier usuario y resulta una tontería permitir que quienes nunca se han subido a un avión, opinen si se necesita o no un nuevo aeropuerto.
Pero vivimos en un presidencialismo donde todo es posible y por eso hay esas anécdotas del candidato que ofrece construir un puente que atraviese el río y cuando le informan que la ciudad carece de afluentes, animado contesta: ¡Pues les hacemos un río!
Por lo pronto se adelanta que en Nuevo Laredo también habrá consulta para que quienes participen opinen si se debe o no continuar el aeropuerto de Texcoco. Se van a instalar cuatro o cinco mesas en centros comerciales y plazas. ¡Pues que suave!