Por Raúl Hernández Moreno
En el tema de las encuestas, cada quién opina a conveniencia.
Así, cuando en el 2006 y en el 2012, alguna encuesta no lo favorecía, Andrés Manuel López Obrador decía que estaban “cuchareadas” ; ahora que le favorecen, dice que son el reflejo de lo que quiere la gente.
Como ninguna encuesta favorece ni al PRI ni al PAN, en el caso de la elección presidencial, ahora sus partidarios buscan desconocer las encuestas, con el frágil argumento de que una muestra de 1,200 entrevistados no puede reflejar el sentir de 89 millones de electores.
Y sin embargo esas 1,200 muestras se han ajustado a los resultados reales de miles de elecciones en todo el mundo, pues la metodología es la misma en cualquier país y no hay una sola encuesta en la que se pueda entrevistar a todos los ciudadanos que aparecen en el padrón electoral.
Los candidatos y partidos pobres, que no tienen 400 mil pesos para mandar hacer una encuesta seria, dicen que las encuestas favorecen al que las paga. La realidad es que la empresa le entrega los resultados al cliente y si este manipula y cambia los resultados, es asunto del cliente. Allá él si le quiere hacer al tío Lolo, intentando convencer que por él va a votar el 165 por ciento de los empadronados.
En estos días previos al cierre de las campañas vamos a ver toda clase de encuestas. Como ciudadanos habrá que revisar su metodología y la empresa que las realiza, para tener una idea de su seriedad.
Las encuestas más certeras son las que se levantan cara a cara, entrevistador-entrevistado; después le siguen las telefónicas. Las levantadas en redes sociales son pocos serias, semejantes a las que las que en el pasado se levantaban en la radio, en las que previamente el organizador le hablaba al candidato o partido de su preferencia para que le dijera a sus partidarios que llamarán para participar. Es lo mismo que se hace en las redes sociales, sobre todo en facebook. Están manipuladas.
Tampoco son creíbles las encuestas que se levantan afuera de un centro comercial o en una plaza, en la que sin orden se entrevista a 20 personas en menos de 5 minutos. Esas ni a muestreo llegan.
Muchas de las encuestas que se han dado a conocer en la campaña, terminarán ajustándose a los resultados del 1 de julio, lo que confirmará que las encuestas sin son necesarias para que los candidatos tengan una idea real de dónde están parados.
Las encuestas les sirven a los partidos como una estrategia para enfrenar a los adversarios. Se manipulan datos a conveniencia, para desanimar a los simpatizantes de los candidatos opositores, haciéndoles creer que están muy por debajo de las preferencias electorales reales.
Y también se usan para mostrar una fortaleza propia que no existe, como cuando Jorge Castañeda pondera los resultados de la empresa Massive Caller, pero sin decir que trabaja para el PAN y sin mostrar jamás la metodología utilizada. Son encuestas chafas.
En lo personal me convencen encuestas como las de Reforma-El Norte, Buendía y Asociados, El Universal, Hora Cero; en un segundo grupo ubico a Mitofsky, Excelsior. Y párele de contar.