Por Raúl Hernández Moreno
Desde diciembre de 2017, Andrés Manuel López Obrador creció y creció en las encuestas. No hubo una sola encuesta en la que no resultara ganador. Sus oponentes no ganaron una sola. Y como no ganaban ninguna encuesta, hicieron todo lo que pudieron para descalificarlas. Se llegó a la idiotez de decir que una encuesta de 1,200 personas en un universo de casi 89 millones de votantes no podía ser válida, que se requería encuestar a los 89 millones.
Otros le hicieron al tío Lolo sumándole a Anaya o Meade, los votos de los indecisos, dando por sentado que ninguno se iría con AMLO.
Ante lo inevitable, se aferraron al imaginario de la fe, convencidos de que en ese terreno podían ganar. Hasta llegaron a decir que si en el mundial de futbol, México le había ganado a Alemania, ¿Por qué Anaya y Meade no podrían repetir lo mismo? Nunca se cuestionaron si el seleccionado mexicano ganó motivado por el ejemplo de AMLO.
La elección ya se realizó. AMLO ganó y ahora hay que ver para adelante.
PAN y Morena tendrán que analizar por qué perdieron.
Aquí lo dijimos varias veces. En el PAN, Ricardo Anaya se auto-impuso como candidato y dividió al partido. A pesar de ser un delincuente, pocos en el PAN se preocuparon por frenarlo. Ahora Anaya se enfrenta a la posibilidad de que o lo mete a la cárcel Enrique Peña Neto o lo hace López Obrador. Si lo hace Peña, se ganara las simpatías de los panistas que quedaron inconformes con la imposición de Anaya; pero si deja que lo haga AMLO, esto contribuirá a que el PAN se desmorone más, porque muchos quedaran tan satisfechos que querrán cambiar de partido.
Hay muchas evidencias sobre los ilícitos de Anaya y debe responder por ellos, “como cualquier otro”, como él mismo lo dijo.
Y en el PRI, José Antonio Meade nunca se quiso deslindar de Enrique Peña y la corrupción e hizo de las mentiras su estrategia de campaña. Nos presumió que es muy decente, pero en los 20 años que ha trabajado en la administración pública fue cómplice de la corrupción.
El PAN y el PRI tiene mucho trabajo por hacer si quieren mantenerse como instituciones políticas.
En cuanto a López Obrador ya es Presidente de México. Debe darle la vuelta a la página a sus 14 años de campaña permanente. Ya no es candidato, ahora es el Presidente y debe actuar como tal.
Además, le debe quedar claro que muchos millones de mexicanos no votaron por él por ser mejor candidato, sino porque no querían ni el PRI ni al PAN. Hubo un voto anti-sistema y ese voto se hubiera dado con el candidato que se viera más fuerte frente al PRI y al PAN. Eso debe motivarlo a hacer bien su trabajo. Si quiere que la historia lo recuerde dentro de 80 años y lo ponga a la altura de Juárez, Madero o Cárdenas, como el mismo dice, pues que haga un trabajo ejemplar.
Como país no nos puede ir peor con AMLO, de cómo hemos estado en los últimos 48 años. Lo que pasa es que muchos mexicanos no tienen memoria y difícilmente se acuerdan cómo se vivió en el sexenio de Echeverría o en el de Miguel de la Madrid.
A los que les fue bien en tiempos del PRI y del PAN, querían que estos ganara; pero a los que les fue mal con el PRI y con el PAN, vieron en Morena una esperanza. Y en ese cajón hay que meter a más de 52 millones de pobres, para empezar.
AMLO está rodeado de hombres y mujeres inteligentes, pero no al estilo de Meade que escribe un libro y no se acuerda de su título, sino catedráticos con dan clases en universidades extranjeras, son autores de libros e investigaciones. Esa gente puede ayudar a serenarlo y encauzarlo por el camino correcto.
Pero además el destino de un país no puede estar en manos del gobierno, a la sociedad civil le toca hacer su parte.