Por Raúl Hernández Moreno
De entre estos cuatro personajes del morenismo saldrá el candidato a la gubernatura en el 2022: José Ramón Gómez Leal, Guillermo González Valderrama, Héctor Garza y Américo Villarreal.
Son los cuatro jinetes del apocalipsis, desde la óptica de los opositores, convencidos de que Morena se acaba el país a mordiscos, de la misma manera que los gobiernos priistas y panistas lo hicieron desde la década de los años setentas del siglo XX y hasta el 2018. Hoy cambia el partido, pero todos caben en el mismo saco.
Cada gobierno sexenal le dio tremendos mordiscos a la riqueza natural y monetaria y si no se acabaron al país es porque México es más grande que sus gobernantes rateros.
Cualquiera de los cuatro aspirantes de Morena que resulte electo para el 2022 tendrá que ofertar a los tamaulipecos algo más que su cercanía con el Presidente Andrés Manuel López Obrador quien para mala suerte de ellos su nombre no va a figurar en las boletas electorales. Si quieren ganar tendrán que construir su propio triunfo.
Tanto Guillermo González, Director de Radio, Televisión y Comunicaciones como Héctor Garza González, Oficial Mayor de la Secretaría de Educación Pública, presumen una larga amistad con López Obrador.
Garza ya fue candidato a gobernador en el 2016 y obtuvo 32 mil votos contra 721 mil de Francisco García Cabeza de Vaca.
Américo Villarreal ha sido algo más que un senador gris. Quienes se lo encuentran, se enteran que es senador hasta que les entrega una tarjeta de presentación. Es insípido. En el 2018 ganó porque era compañero de fórmula de Andrés Manuel López Obrador. De no haber sido por ese pequeño detalle habría mordido el polvo como le paso en el 2019 a 21 de los candidatos a diputados locales.
Ramón Gómez Leal ha sido indoloro. Aquí en Nuevo Laredo tardó un año para deshacerse de Heriberto Cantú. Cualquier otro político lo hubiera pulverizado en semanas.
El morenismo en Tamaulipas gastó un año en fritos y flautas. Su estructura territorial es frágil, casi nada y está construida más de manera verbal, que real. La gran apuesta que Morena hace para el 2021 y el 2022 es que los padrones de beneficiarios de los programas sociales se traduzcan en votos.
A los beneficiarios les van a vender la idea de que, si Morena pierde, los programas se acaban, lo que es una mentira. Con Morena o sin Morena, los programas sociales van a seguir, los hay en todo el mundo, incluido Estados Unidos al que el Presidente López Obrador quisiera llamarle la capital del imperialismo, el paraíso de los conservadores y los fifís, pero le tiene miedo a Donald Trump.
Los resultados del 2021 serán la antesala del 2022. Va a ser la oportunidad para que Morena siga las mismas estrategias o las cambie por otras que si sean efectivas.