Por Raúl Hernández Moreno
Parte de un pasado que no volverá, es etiquetar a los partidos por ideologías. Se acabaron los partidos de derecha, izquierda o centro. Pareciera que lo que importa ahora es ganar. Y por eso en el 2018 vimos a dos partidos que si se les pusiera una etiqueta, sería la de ultra conservador, el PES y conservador, Morena.
Hace unos días, el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, reveló que se ha reunido con personajes del PAN, PRD y MC, para analizar una posible alianza en el 2021, que se daría en función de las características que hay en cada uno de los 15 estados en los que se elegirá gobernador o en cualquiera de los demás, donde se elegirá a diputados federales, todos, y 30 congresos estatales.
Para la oposición, ir unidos todos es la mejor forma de ser competitivos y tener posibilidades reales de ganar. Es además, la mejor forma de arrebatarle la mayoría de la Cámara de Diputados a Morena e impedir que López Obrador siga hundiendo al país.
En Tamaulipas, el PAN ganó en el 2018, 31 de los 43 ayuntamientos, pero en las elecciones federales no le fue tan bien y ganó solo 3 de los 9 distritos, de los cuales el PES ganó 3, el PT 2 y 1 Morena. Con estos datos duros, es evidente que al PAN si le conviene una alianza con el PRI, para incrementar sus posibilidades de triunfo.
En el 2019, el PAN se llevó 21 de los 22 distritos locales.
El voto del PRI se adelgazó en los últimos 10 años y en cada nueva elección sigue bajando. En el 2010, el PRI obtuvo 678,521 votos y en el 2019 cayó a 87,132. En Nuevo Laredo pasó de 83,260 votos en el 2010 a 10,500 en el 2019. Con esos números es imposible que el PRI gane, yendo solo.
Ciertamente en estos momentos al PRI le favorece que la carga de los malos gobiernos el ciudadano los ve en Morena y el PAN, por ser quienes gobiernan, pero eso es insuficiente para ganar.
Y Morena y el PAN se equivocan si creen que por repartir apoyos sociales ya ganaron, pues hubo una época en que el PRI controlaba todas las ayudas y terminó perdiéndolo todo. La mayor parte de los ciudadanos que reciben apoyos sociales, entienden que los recursos no salen del bolsillo del gobernante en turno, sino de los impuestos.
Hace algunos años era impensable pensar en una alianza electoral entre el PRI y el PAN, pero la forma tan desastrosa en que el Presidente Andrés Manuel López Obrador dirige al país obliga a analizar qué tan conveniente ir coaligados, porque yendo solos se reducen las posibilidades de ganar.
Si la oposición juega cada uno por su lado y Morena mantiene el control del Congreso seguirá la inseguridad, la corrupción – ahí están los casos de Manuel Bartlett, la pareja Irma Eréndira-Ackerman, los miles de contratos de obras entregados por asignación directa— el desempleo, la caída de la economía, el campo abandonado, la educación de mala calidad, el pésimo sistema de salud, la fuga de capitales y un largo etcétera.
La oposición tiene la última palabra. Y, por supuesto, el ciudadano, que con su voto premiado