Por Raúl Hernández Moreno
Con 40 activistas Morena levanta un censo en las colonias populares de Nuevo Laredo para detectar las necesidades sociales de la población y en su momento atenderlas, cuando entre en funciones el nuevo gobierno federal.
La administración de Andrés Manuel López Obrador entregará apoyos a los mayores de 65 años –¿o será a los 68? — a las madres solteras, becas económicas y escolares a los jóvenes, despensas etc.
Este censo tiene un doble propósito, por un lado detectar y enlistar a los propios militantes y simpatizantes, de Morena, así como a ciudadanos, para que se beneficien del nuevo gobierno y por otro, tratar de construir una estructura territorial que les facilite el trabajo en las siguientes elecciones.
Entregar estas listas de prospectos a ser beneficiarios no representa ningún riesgo; lo de la estructura sí, porque ofrecer despensas, apoyos económicos y becas, es un buen gancho para atraer simpatizantes e integrar una estructura, el problema se va a presentar si no se les cumple. Si eso pasa, los que se suponía iban ser aliados, se convertirán en los principales críticos de Morena, porque se sentirían traicionados.
Tratar con las clases populares siempre ha sido complicado. Les das apoyos en veinte ocasiones e igual número de veces te alaban y dicen que eres a todo dar, pero les fallas en la veintiuna ocasión y entonces eres de lo peor y te llenan de estiércol. Eso lo sabe todo aquel que se mueve en ese mundo, donde se es rey, mientras se distribuyen apoyos.
En otro tema, la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu, estará este sábado en Victoria y los priistas esperan que la visita permita establecer el futuro inmediato del partido.
En días pasados el dirigente estatal PRI, Sergio Guajardo Maldonado estuvo en Nuevo Laredo, pero no se avanzó en el tema del futuro del partido en la ciudad.
Por lo pronto, los priistas esperan que primero se defina quién es el nuevo dirigente estatal y después vendrán los cambios en los municipios, bajo la premisa de que la sucesión tiene que ser por consenso para garantizar que todos los sectores y grupos puedan opinar. Que juntos acierten o se equivoquen, pero que sea una decisión colegiada, no que luego se impone desde arriba, se falla, y la falla se la quieren endilgar a todos.
Uno de los temas pendientes es el del financiamiento del partido, en el cual hay opiniones que van desde hacer rifas, solicitar cuotas voluntarias a la militancia, pasar la charola con un grupo selecto de militantes y simpatizantes, entre otras propuestas.
Por cierto, que Sergio Guajardo nunca ha dado la cara a la militancia de Nuevo Laredo. Hasta ahora ha optado por reuniones privadas, para evitar la presencia de inconformes que puedan reclamarle su actuación al frente del partido. Tiene miedo.
Es una lástima su posición. Un líder enfrenta a simpatizantes y adversarios por igual. Es lo menos que puede hacer, máxime que nadie lo obligó a tomar la dirigencia del PRI. Él solito la buscó.