Por Raúl Hernández Moreno
¿Qué pasaría si Andrés Manuel López Obrador derribara de un golpe a Enrique Peña Nieto? ¿O qué le recordará el diez de mayo?
Seguramente más de un fanático del Presidente electo aplaudiría la acción, pero la comunidad internacional y millones de mexicanos con un poquito de valores y educación, condenarían un acto de barbarie de ese tipo.
Que López Obrador y Peña Nieto se reúnan y platiquen civilizadamente es lo más normal y lo lógico. Pero además, seamos sinceros, más de uno de esos mexicanos que disfrutan injuriando a Peña Nieto, si lo tuvieran enfrente lo saludarían con efusividad y le pedirían una foto. Así es la mayoría de los mexicanos, La simulación es parte de su idiosincrasia.
Nos falta mucho, como sociedad, para entender y practicar la democracia. Hay que distinguir entre adversarios políticos y enemigos personales. Aun cuando un político lleva a juicio a otro, lo hace porque hay elementos jurídicos para hacerlo, sin que necesariamente haya rencillas personales.
Cuando hay rencillas personales y se tiene el poder, es otra cosa.
Para México es muy sano que Peña Nieto y López Obrador trabajen unidos en el proceso de transición de gobierno. Nuestra economía sigue siendo muy frágil a nivel interno y externo, como para que estalle una nueva crisis económica como resultado de una crisis política. Por eso el mismo López Obrador se ha encargado de enviar mensajes conciliatorios a los empresarios nacionales y a los inversionistas extranjeros. Paulatinamente empieza a entender que ya no es candidato, sino Presidente electo. No se ha olvidado del todo de sus tiempos de candidato y por eso semanas atrás se aventó la puntada de dar por un hecho la participación del Papa Francisco en sus foros de pacificación.
En medio de todo esto, quienes pretenden ver en la liberación de Elba Esther Gordillo la mano de López Obrador, deben voltear la vista hacía el genio de José Antonio Meade. Fue este quien convenció al Presidente Peña Nieto de que le dieran prisión domiciliaria, convencido de que de esa forma la maestra quedaría agradecida y operaría el voto a su favor. Que la estrategia fallo, es otro boleto. Ahora de que Elba Esther es una pilla de siete suelas, todo mundo lo sabe, excepto la PGR. A sus 73 años de edad, parecería poco probable que Elba Esther tenga intenciones de volver a la vida sindical y política. Haría bien en disfrutar su vejez, de sus millones de dólares mal habidos y en gozar la vida con sus nietos.
En otro tema, el Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca reiteró que su gobierno trabajará de la mano con el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, de la misma forma en que lo ha hecho con el de Enrique Peña Nieto.
Señaló que próximamente los integrantes de la Confederación Nacional de Gobernadores se reunirán con López Obrador y le planteará dos temas prioritarios para Tamaulipas: la energética y la pacificación de la entidad.