Por Raúl Hernández Moreno
Nueve de cada diez diputados federales van a buscar la reelección el 6 de junio. En total 448 de 500, eso en principio, porque firmaron una carta en la que notifican a la Cámara de Diputados que aspiran a reelegirse, pero falta que los validen sus partidos.
En apariencia, ser ya diputados los hace favoritos para ganar, porque vienen de ganar una elección. Pero una cosa es la percepción y otra la realidad. En el 2018, el PRI se ufanaba que Oscar Almaraz y Jesús da la Garza Díaz del Guante, estaban irremediablemente condenados a ganar, el primero en Ciudad Victoria y el segundo en Matamoros, porque eran súper estimados por la población de sus respectivos municipios y aseguraban que el proceso electoral era de mero trámite, que ambos serían reelectos como alcaldes. Al final los dos fueron derrotados y en el caso de Almaraz lo peor fue que perdió ante el chiflado de Xicoténcatl González Uresti que obtuvo 59,544 votos, contra 45,291 del priista hoy enfundado en la camiseta de panista.
En Matamoros, a Chuchin de la Garza lo mandaron al tercer lugar con 51,646 votos; en el segundo quedó el panista Carlos Alberto García González que venía con la fama de ser Presidente del Congreso, con 57,625; y el ganador fue el morenista Mario Alberto López, a quien la mayoría de las encuestas le dan la reelección para este 2021.
En el 2018, Salvador Rosas le ganó la elección a Heriberto Cantú con una diferencia de 868 votos y eso que el segundo hizo una mala campaña con muy pocos eventos y nada de estrategia. Su campaña inició sin ruido y fue hasta que Ramón Garza Barrios empezó su campaña para alcalde que el nombre de Heriberto se empezó a escuchar.
Solo a un ingenuo –y los hay en abundancia- se le ocurriría decir que Rosas tiene asegurada la reelección, sin tener que hacer campaña. Al contrario, va a tener que echarle muchas ganas, porque el riesgo de perder es real. Ciertamente las circunstancias del 2021 son distintas a las del 2018, pero así es siempre: todas las elecciones son diferentes. Para empezar, el nombre de Andrés Manuel López Obrador ya no aparece en las urnas. De paso hay que recordar, que en el 2018, AMLO aparecía en la boleta presidencial, no en la de alcalde ni la de diputado federal. Ahí cada candidato se la jugó solo.
¿Se repetirá la historia? El tiempo lo dirá, aunque queda claro que los morenistas con el transcurrir del tiempo han entendido que no basta con ir arriba en las encuestas, tienen que trabajar el territorio, tienen que ganarse a los electores, incluidos esos miles de beneficiarios que cada dos meses reciben apoyos económicos de programas como 68 y más, discapacitados, becas Benito Juárez, Jóvenes Construyendo el Futuro. Son programas clientelares que pueden generar millones de votos en el país, siempre y cuando se sepan explotar. Los beneficiarios no van a ir a votar por Morena de manera automática. Hay que convencerlos, hay que ganárselos.