Por Francisco Ramos Aguirre
En julio de 1913 llegó en ferrocarril a Ciudad Victoria, el general Antonio Rábago, para hacerse cargo de la plaza y asumir la gubernatura militar de Tamaulipas. Numerosos capitalinos, entre ellos Joaquín Argüello y Felipe Pérez Garza, lo recibieron acompañándolo por la calle Hidalgo desde la estación a la casa de gobierno. Rábago disolvió el Congreso del Estado que amenazaba con oponerse y mandó a prisión a diecisiete carrancistas hechos prisioneros en Xicoténcatl, más 28 que aprehendió el capitán Verástegui en Tula.
La Cruz y El Carbonero eran dos importantes cruces de la línea del Ferrocarril del Golfo. A través de esa ruta, llegaron procedentes de Monterrey las tropas federales al mando del general Guillermo Rubio Navarrete, dispuestos a enfrentar a los carrancistas. Uno de los primeros combates contra los rebeldes se sostuvo en Santa Engracia y enseguida, inexplicablemente el victorioso Navarrete retornó a Monterrey. Sin embargo, el permanente asedio revolucionario era inevitable en varios frentes. Uno de ellos la capital Ciudad Victoria, donde se interrumpieron el telégrafo y ferrocarril, por tratarse de una zona asediada por los rebeldes.
Para apoderarse de la capital y sus alrededores, el jefe del Ejército del Noreste el general Pablo González, luego de fracasar en la batalla de Monterrey, decidió enfilarse a Ciudad Victoria utilizando los buenos oficios de Luis Caballero quien se apertrechó en Jiménez y Padilla en espera de recibir órdenes. A partir del 14 de noviembre de 1913 los huertistas establecieron los puntos de la defensa capitalina en: El Molino de Terán, La Hacienda Las Vírgenes, Estación del Ferrocarril, Loma del Muerto, Cementerio Municipal, camino a Tamatán y Santuario de Guadalupe.En tanto, más de cinco mil constitucionalistas concentraron sus fuerzas al mando de Pablo González en Guémez y Santa Engracia, donde los coroneles Cesáreo y Agustín Castro, cortaron las vías del ferrocarril y durante el avance se enfrentaron en Estación Caballeros contra las fuerzas de la Brigada de Higinio Aguilar. Mientras tanto los rebeldes provenientes de Guémez, cortaron las vías ferroviarias que comunicaban a Tampico.
La mañana del 16 de noviembre el general Antonio I. Villarreal, Jesús Carranza, Luis Caballero y Francisco Murguía, acaudillaron el primer ataque en varios puntos de Ciudad Victoria entre ellos Las Vírgenes: “En menos de una hora los rebeldes se habían apoderado de la parte norte de la ciudad, que era la que estaba más mal defendida, y enseguida atacaron de manera resuelta el campamento del general Aguilar, durante el fuego sin interrupción, después de las nueve horas hasta las doce del día, y registrándose en ambas partes numerosas bajas. A los primeros disparos cayó gravemente herido del capitán Arturo Careta…” Por la noche llegó Lucio Blanco en compañía de mil elementos dispuestos a enfrentar al enemigo.
Dos horas más tarde los revolucionarios presentaron un prolongado ataque en el Molino de Terán, mientras en el Santuario de Guadalupe y la Loma del Muerto, Arzamendi junto a los mayores Aurelio Farfán y Nabor Torres defendían esta posición acosados por los carrancistas Francisco Murguía y Teodoro Elizondo. Al agotarse el parque el sitio fue evacuado, siendo recuperado por los revolucionarios.
El 17 se reanudaron los combates sobre las fuerzas federales, apertrechadas en el panteón municipal y Loma de Ramírez. Al mismo tiempo El Molino de Terán y El Santuario de Guadalupe, donde se encontraba la artillería utilizada por Arzamendi quien se retiró por falta de parque pasaron a manos del enemigo. Gran parte de la población se sumó a los rebeldes al incendiar numerosas chozas de paja y atacar a los federales: “…Que de esta manera quedaban entre dos fuegos. La lucha fue desesperada, pues si los rebeldes atacaban furiosamente, los federales no les dejaban ganar un sólo palmo de terreno.” Los combates duraron hasta las siete de la noche, cuando se terminó el parque a los federales que con verdadero sacrificio habían conseguido en el palacio de gobierno, donde despachaba el general Rábago.
Aguilar se refugió en la estación del ferrocarril para salvar su vida. En el transcurso de la tarde y ante el inminente avance de los rebeldes hacia el centro de la población, acudió a palacio únicamente para entrevistarse con Rábago, explicarle la difícil situación que prevalecía y recibir órdenes. Sin otro recurso, Aguilar decidió abandonar la ciudad por el camino real a Tula. En el trayecto localizó a cerca de mil victorenses que lo acompañaron en su éxodo a Tula, donde llegaron el día 23.
No sabemos en cual momento Rábago se sumó al contingente encabezado por Aguilar. Garza Cano afirma que descansó en el rancho de Joya de Verde, probablemente en la casa del obispo Sánchez Camacho. Después pernoctaron en la Hacienda La Maroma, propiedad de Blas Uvalle. “El cuadro era verdaderamente doloroso. Las señoritas, señoras y jóvenes de la mejor sociedad, con el espanto retratado en sus semblantes seguían a la columna, dando traspiés y cayendo en cada momento. En todos los rostros se veían lágrimas y el aire se llenaba con los lamentos de infinidad de criaturas que habían perdido a sus madres, o de madres que ignorando el paradero de sus hijos, clamaban por ellos presas de la mayor desesperación.”
La toma y evacuación de Ciudad Victoria, concluyó la madrugada del 18 de noviembre. El saldo fue desastroso para los huertistas. Decenas de cadáveres, se encontraban alrededor la presidencia municipal y en las calles en espera de ser sepultados. También, como lo muestra una fotografía de Robert Runyon los constitucionalistas tomaron una gran cantidad de prisioneros.
Luego del triunfo, los revolucionarios ejercieron numerosos actos de sabotaje a las comunicaciones, como medida de presión hacia el gobierno establecido que al menos en Tamaulipas, resultó incapaz de detener el avance de los rebeldes, comandados en el noreste por el General Pablo González. Para el 18 noviembre de 1913, la situación ferroviaria entre Victoria y Tampico, era complicada. Por un lado, porque ante la quema de puentes en las estaciones Pretil, Rosillo y Osorio, únicamente había tráfico entre dicho puerto y González. En tanto la línea San Luis Potosí-Tampico, también estaba interrumpida debido a las averías en el camino. Respecto a Ciudad Victoria, la vía telegráfica, también fue cortada mientras se veían arder numerosas casas de techo de palma.
A los pocos días de la Toma de Ciudad Victoria, los generales Higinio Aguilar y Juan de Dios Arzamendi, se encontraban a Cerritos, S.L.P en compañía de sus tropas y cientos de victorenses que huían de las balas revolucionarias. Por su parte el gobernador Rábago permaneció en Tampico hasta el mes de diciembre, donde estableció provisionalmente la capital de Tamaulipas, en busca de apoyo y auxilio. En tanto se hablaba que la familia Crespo Lavín, había huido rumbo a la Sierra Madre Oriental. Mientras esto sucedía, los revolucionarios se preparaban para trasladarse a Monterrey, lo cual se atrasó debido al mal estado de las vías del ferrocarril.
Según informe de Alberto J. Pani, Director de los Ferrocarriles Constitucionalistas, para 1915, los constitucionalistas prácticamente tenían en sus manos el control mayoritario las vías férreas en el país. Es decir, 7,300 kilómetros, entre las cuales se encontraban Ciudad Victoria, Nuevo Laredo, Tampico y Matamoros.