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POR MELITÓN GARCÍA DE LA ROSA
Si los pronósticos no fallan, este miércoles por la noche o el jueves de madrugada, convertido en la Tormenta Tropical Alberto, lo que ahora es apenas un disturbio en el Golfo de México, tocará Tamaulipas entre San Fernando y San Fernando y Soto La Marina, lloverán bendiciones, la gran pregunta es ¿estamos preparados para gestionarlas?
Así es mis queridos boes, se espera que el fenómeno deja lluvias acumuladas en tres días por encima de los 400 milímetros, lo que si bien aliviaría en mucho las condiciones de las presas y en general la histórica sequía que padecemos, podría también generar inundaciones, deslaves y corrientes que amenazan vidas humanas.
Y es ahí donde tenemos que preguntarnos otra vez ¿estamos preparados para gestionar los inmensos volúmenes de agua que las predicciones del meteoro marcan para Tamaulipas, Nuevo León y el sur de Texas?.
Hay que recordar en principio que en el ocaso del gobierno federal, no hay un fondo para hacerle frente a los desastres, como el FONDEN, que entre muchas otros fideicomisos desapareció la 4T.
También hay que voltear a ver hacia los más recientes acontecimientos que requirieron de la intervención del Estado y su coordinación estatal de Protección Civil y vamos a encontrar que de la respuesta no nos dan muchas esperanzas, en caso de que urja la ayuda.
El año pasado cuando el techo de una iglesia colapsó en Madero y dejó varios muertos y más de una docena de heridos, el auxilio fue tarde, desorganizado e incluso se puede decir que negligente.
Fue la acción inmediata de la sociedad civil la que en las primeras horas del siniestro salvaron algunas vidas, porque al momento y mucho después (muchos minutos) el gobernador AMÉRICO VILLARREAL y su gente de Protección Civil estaban de festejo por el triunfo en las urnas de un año antes.
Por la tarde, ya muy tarde, la imagen que se envió a los tamaulipecos que mirábamos atónitos y con el corazón apachurrado las escenas, fue de un gobernador AMÉRICO VILLARREAL de brazos cruzados, literalmente, acompañado de su coordinador de PC de brazos caídos, sin mover un pedazo de tabique, más bien, si quisiéramos ser exigentes, podríamos decir que estorbando.
Luego, cuando este año cientos de hectáreas ardían en el Cañón del Novillo, en la Sierra Madre Oriental, ahí al ponente de la capital Victoria, pasaron seis días para que PC y el mandatario asomaran su cabeza por la zona del desastre.
Eso sí, cuando diez días después y ya se había perdido buena parte de la sierra y desparecido mucha de su fauna, anunciaron con bombo y platillo que AVA tuvo que ir a la CDMX a gestionar el apoyo de un helicóptero de La Marina que estuvo unos días y luego se fue, sin que el fuego se hubiera extinguido.
Por esos dos eventos, las dudas de lo que pueda ocurrir la noche del miércoles y la madrugada del jueves, pero más aún, de lo que podamos descubrir en el día del jueves, viernes y sábado, cuando los remanentes de lo que será Alberto sigan dejando caer de agua, sobre un territorio tamaulipeco que ya estará saturado de líquido.
La prueba para PC y para el gobierno de AVA es mayúscula, porque con lo reseco que está la tierra, con cerros erosionados y sin árboles, las condiciones para que haya deslaves son idóneas, no solo en las zonas montañosas, sino en las carreteras, porque sus laterales están secos y sin la protección arbórea que evitaría daños en la carpeta y desprendimientos que podrían ocasionar víctimas.
De apoyo federal, ni hablar, con lo que este lunes se presentó en Quintana Roo y Oaxaca también por las lluvias, tal vez no nos alcance ni un peso de colaboración federal y en Tamaulipas no tenemos un gobernador que exija, que levante la voz, sino todo lo contrario.
Eso sí, cada uno de nosotros debemos ser responsables de nuestra propia seguridad, nos toca en lo particular ser responsables, anticiparnos al desastre, evitar exponernos a las condiciones del clima y en la medida de nuestras posibilidades ayudar al prójimo… Dios nos cuide a todos!