Por Miguel García
En su pasada visita a Nuevo Laredo, observamos a un Presidente de la República, con una salud endeble, pero que no le impidió reclamar y amenazar al pueblo de Tamaulipas porque no escuchó los gritos que a él le gustan.
Vimos a un ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, como que no duerme bien, que no descansa suficiente, como una persona normal que duerme sus 8 horas.
También hay que tomar en cuenta que quien nació un 13 de noviembre de 1953 no es un muchacho, ya a esa edad solo se duerme 4 o 5 horas aun y cuando no sea suficiente, porque aunque quiera dormir más no se puede.
Por eso es común que los abuelitos anden caminando por la madrugada, buscando café, lechita o buscando el baño para ir a orinar.
Por eso ahora muchos se podrán explicar porque el origen de “Las Mañaneras” tan temprano.
Como se despierta temprano y no tiene nada que hacer en el país, mortifica a la gente como si fuera una tarea diaria y constante.
Volviendo con el estado de salud del Presidente.
Su posición en la silla, sus parados en el estrado, su reacción contra el pueblo mexicano al “amenazarlo” que siempre los va a traer en su mente, después de que le gritaban que no lo querían como Presidente, es también parte de las señales de que tenemos un “ABUELITO en Palacio”.
Un abuelito normal, sabe que ya no está en las mismas condiciones de cuando se encontraba en su juventud.
Por lo general los abuelitos, son tranquilos y muy querendones con sus nietecitos.
Los achaques ya propios de su edad los que refleja en su deteriorada figura, colocan a un MANUEL LÓPEZ OBRADOR, próximo a ser derrotado.
Aclaro, no por sus enemigos políticos, que tanto odia, como es FELIPE CALDERÓN.
A LÓPEZ OBRADOR lo que lo va a vencer primero es su edad.
Su salud que ya se ve muy deteriorada, que no se necesita ser médico para diagnosticar que en cualquier momento le va a provocar una crisis que lo va a obligar a tener que ceder su puesto a otra persona y eso no tarda mucho.
Ya a esa edad, ni el mejor doctor del mundo podrá hacer algo para rescatarlo de los achaques propios de un adulto mayor.
Que el reuma, que la presión, que la circulación, que el dolor de cabeza, que el corazón, que el riñón, que la vesícula, que el hígado, en fin, ya a esa edad se paga el precio por nuestro paso por este mundo.
Su terquedad, sus mentiras, engaños, venganzas, ya están caducando, porque al mexicano se le puede engañar algunas veces, pero nunca para siempre y esto es lo que le está sucediendo a quien en su momento fuera el “mesías” de los pobres y que ahora desgastado solo asoma la cabeza el “charlatán” que lleva adentro.
Por todo esto, ahora sí le queda como “anillo al dedo” el viejo adagio “El Peje” por su boca muere…
Y eso es lo que está sucediendo.
Ya falta menos, a quienes les interese, no se desesperen, todo lo que sube tiene que bajar y en este caso cuando menos se lo esperen llegará la noticia de primera plana.
La edad no perdona.
Y LÓPEZ OBRADOR no es la excepción.
Hasta la próxima…