Por David Ed Castellanos Terán
Han pasado más de 12 meses de que el coronavirus llegó a México y comenzó la incineración de cuerpos, desfragmentación de familias e intubación de la economía nacional. 3 millones de contagios, casi 300 mil fallecimientos y la confrontación entre sociedad y gobierno tan peligrosa como el mismo virus.
El Gobierno mexicano que nunca supo la importancia de la mascarilla, ahora sí o sí, anunció el regreso a clases presenciales, mientras que la población que nunca dejó de ver las telenovelas de amor y engaño López & Gattell, ni se enteró para que servía el cubrebocas, peor aún, no aprendió a colocársela y con tan solo 73 millones (números más, números menos), dosis de la vacuna contra el Covid-19, aplicada desde diciembre de 2020, para una población de 130 millones, donde la mayoría se cree inmune e inmortal, esto pinta para ser una locura máxima al cierre de 2021.
Definitivamente el país no soportará más un freno total como el de hace un año, no porque los encargados de la agenda económica nacional sean unos estultos o de mal corazón por no apoyar económicamente a los empresarios y generadores de empleo, pero ¿acaso debemos seguir encerrados?
En países como España ya se han realizado conciertos de hasta 5 mil asistentes, el uso de la mascarilla fue obligatorio, pero no así el distanciamiento social, se repegaron sus cuerpos como suele experimentarse en cada concierto -ya se extraña, por cierto-, más recientemente el primero de agosto en el Estadio Allegiant, en Las Vegas, Estados Unidos, donde se disputó la edición 26 de la final de la Copa Oro, en la que México perdió por la mínima diferencia, hubo más de 61 mil espectadores, fue a estadio lleno… ¿entonces qué debemos hacer en México?
Si usted quiere comparar, hágalo; si prefiere comprometerse con su familia y sus seres queridos, puede hacerlo; en caso de que sea de los que acudirán a las fiestas, reuniones y paseos, seguro la economía se lo agradecerá, pero por favor, haga lo que le venga en gana siempre y cuando, use de la mejor manera el cubrebocas, no se aglutine en lugares cerrados y lave constantemente sus manos, porque si está esperando que los legisladores y gobernantes mexicanos hagan algo por usted y su bienestar, puede darse por muerto.