Por J Eleazar De Ávila
Si Ustedes revisan el discurso de Andrés Manuel López Obrador, el que ofreció en el Zócalo de la capital del país, y si son serenos de pensamiento, coincidirán en que el jefe del Estado Mexicano es experto en fingir “demencia”.
Ese 2 de julio de 2018 sostuvo que los cambios serían profundos, que se darían con apego al orden legal establecido. Se respetaría la autonomía del Banco de México.
Proclamó tantas cosas, como que “bajo ninguna circunstancia, el próximo Presidente de la República permitirá la corrupción ni la impunidad. Sobre aviso no hay engaño: sea quien sea, será castigado. Incluyo a compañeros de lucha, funcionarios, amigos y familiares. Un buen juez por la casa empieza”.
Que se mantendrían las estancias infantiles de la antigua Secretaría de Desarrollo Social y se regularizarán los CENDIS.
Que “se hará realidad el derecho a la salud. El propósito es garantizar a los mexicanos atención médica y medicamentos gratuitos; comenzaremos en las unidades médicas del Seguro Social ubicadas en las zonas más pobres del país y poco a poco ser irá ampliando el programa hasta que logremos, a mediados del sexenio, establecer un sistema de salud de primera, como en Canadá o en los países nórdicos”.
Que se descentralizarían “el gobierno federal y las secretarías van a estar ubicadas en distintos estados de la república, porque todo el país es México. Este proceso se llevará a cabo de manera voluntaria, sin afectar a los trabajadores al servicio del Estado; por el contrario, tendrán oportunidades para la adquisición de viviendas, educación para sus hijos, atención médica y seguridad social”.
Y hacemos citas textuales porque fueron sus palabras y compromiso. Hubo muchas otras cosas que volaron más que el avión presidencial que ni en rifa salió.
Que eliminó el Estado Mayor, bueno solo cambio de nombre porque lo cuida una legión militar, igual que a todos y que bueno. La estrategia de seguridad sigue atorada, los abrazos nunca han sido suficientes.
Que aumentó el salario mínimo, sí, pero la inflación de estos días todo lo devoró, que la gasolina se atoró internacionalmente, por supuesto que era imposible de cumplir no obstante su venta publicitaria.
Que sus proyectos de Magna Obra son una fantasía, también. El Tren Maya atorado, la Refinería de 2 Bocas en Paraíso Tabasco colapsada en el futuro y el caso de Santa Lucía, claro que, para AMLO, es de clase mundial, porque viaja poco.
La verdad no es de mala fe, solo digo que vamos avanzando a la velocidad de la luz, que estamos en el año 4 y en meses pronto será el quinto, que ya veremos si es o no, pernicioso.
La ruta de lo edificado apunta a que si, y por supuesto que no hablo de popularidad, esa es otra historia, me refiero a la gobernanza de quien pudo buscar el aval más allá de los 30 millones de votos de 2018, y no pertrecharse en un territorio que revela la estadística del INE, perdió en 2021, 10 millones de votos.
Y que ya en solitario, en el proceso de revocación de mandato 5 millones más.
Vamos a ver…
Lo mejor de cada casa…
Frases cortas:
Truko.- Reiteración: “Me encantaría que fuera la secretaria de salud -Maki-, y con ella invertiría lo que tendría que invertir para hacer un hospital de alta especialidad de nivel 3, con todos los especialistas, es una mujer capaz y espero tener la oportunidad de que me apoye”.
Nostra Política.- “El futuro está abierto […] todos somos responsables de lo que el futuro nos depare. Por tanto, nuestro deber no es profetizar el mal, sino más bien luchar por un mundo mejor”. Karl Popper.