Por Raúl Hernández Moreno
De tenerlo todo, el PRI pasó a tener lo siguiente:
Perdió la Presidencia de la República
47 de 500 diputados federales
14 de 128 senadores
13 de 32 gobernadores
550 de 2011 presidentes municipales
184 de 1,123 diputados
En el 2018 obtuvo 9 millones de votos, el 13 por ciento del total emitidos.
En el 2018 obtuvo un financiamiento de 1,194 millones de pesos de parte del Instituto Nacional Electoral: en este 2019, recibirá 811, pero el INE le descontará más de 220 millones en multas.
Ante el desastre electoral, por primera vez en 90 años de existencia, el PRI ha planteado la posibilidad de ir a una elección abierta a sus militantes para escoger a su nuevo dirigente nacional, en un proceso que se pretende lo avale el INE.
La democratización interna es el único recurso que le queda para intentar salir del hoyo en que se metió y que es el resultado de su antidemocracia, o democracia dirigida o simulada, según se opine.
Y en este contexto de desastre, hay una corriente priista que pide expulsar del PRI a Enrique Peña Nieto. ¿Para qué? No tiene sentido hacerlo, pero además el desastre del PRI no es responsabilidad solo de él, es de muchos priistas, varios miles que se convirtieron en cómplices y aplaudidores de las decisiones cupulares, de gobernadores y ex gobernadores como Egidio Torre, de la cúpula priista que nunca se atrevió a alzar la voz y cuando lo hicieron, fue con timidez.
Convertido en partido chiquillada, partido morralla, el PRI se seguirá adelgazando con las salidas de activistas incorporándose a Morena o al PAN, en esos 19 estados que gobiernan los opositores. En los 13 que gobierna el PRI, la fidelidad de los militantes se mantendrá en tanto tengan acceso a cargos públicos, empleos, proveedurías y otros beneficios económicos. Cuando estos beneficios terminen emigrarán con el partido que se los ofrezca.
Militar en un partido dejo de ser cuestión de principios ideológicos, ahora lo que vale es garantizar la seguridad laboral.
En otro tema, el delegado del CEN de Morena en Tamaulipas, Marcos Cruz Martínez, oficializó la destitución de Gastón Herrera como dirigente en Nuevo Laredo. En su lugar se designó a Nubia Lizeth Almaguer.
Antonio Leal Doria, presidente del Consejo Político Estatal de Morena, destacó que Herrera tuvo a su cargo la integración de comités seccionales, terminó con la encomienda, pero sigue siendo consejero estatal.
Ambos personajes tuvieron en Nuevo Laredo, se reunieron con los aspirantes a candidatos a diputados locales y les hicieron un llamado a la unidad para que apoyen a quienes finalmente resulten electos.