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Por Raúl Hernández Moreno
Nada mal estuvo la marcha de protesta contra la violencia a las mujeres que se realizó en la Ciudad de México, con la asistencia de más de 80 mil, desde víctimas directas, familiares de las mismas y mujeres apoyando a mujeres.
El prietito en el arroz fue un reducido grupo de mujeres que violentaron la marcha, con la complacencia de las autoridades que lo permiten una y otra vez, porque una cosa es que marchen, otra que desaten su furia contra negocios, mujeres policías y uno que otro hombre despistado que se empeña en integrarse a la marcha, aunque le digan que no quieren que los hombres intervengan, sin que las autoridades hagan nada.
Es la marcha de mujeres más concurrida en la historia de México y necesariamente recuerda las jornadas universitarias de 1968 en las que miles de jóvenes salieron a protestar contra el gobierno y los ganaderos.
A la marcha de este domingo se sumó el paro de labores de millones de mujeres en todo el país, incluyendo conductoras de noticieros como Denise Maerker y Paola Rojas.
El paro de labores de este lunes se sintió en Nuevo Laredo, donde se suspendieron las clases, cerraron sucursales bancarias, comercios, hubo supermercados como HEB que dieron el día libres a sus empleadas y el horario de servicio se recortó de las 11.00 a las 20.00 horas.
Por la avenida Guerrero se vio muchos negocios cerrados, incluyendo la icónica librería que se ubica por esa arteria.
Durante la ceremonia de honores a la bandera en la presidencia municipal solo estuvo presente una reportera.
¿Qué sigue ahora?, pues soluciones del gobierno para garantizar la aplicación de la justicia a favor de las mujeres violentadas y en general de todas las víctimas de la violencia.
Es cierto que la violencia y acoso contra las mujeres, igual que el bullying estudiantil, han existido toda la vida, pero eso no significa que se debe tolerar. Es hora de aplicar la justicia y castigar a los violentos.
En medio de todo esto, el coronavirus y el pleito por el petróleo entre Rusia y Arabia Saudita, le pegaron duro al peso mexicano que se disparó hasta casi 22 pesos, para estabilizarse en 21.45, con todo y que el gobierno federal y la chairiza tienen meses pavoneándose de que el peso está fuerte por obra y gracia del gobierno, cuando en realidad estaba fuerte por factores externos que el gobierno no puede controlar y hoy lo vemos.
Es, por supuesto, una tragedia, y más cuando los analistas financieros pronostican que el crecimiento de la economía en este 2020 será de un 0.7 por ciento, con el riesgo de que la cifra se ajuste a la baja.
Un menor crecimiento de la economía le pega al gobierno, pero también a todos los ciudadanos y todo es resultado de la incapacidad para generar un clima de confianza entre los inversionistas nacionales y extranjeros. El Presidente los estigmatiza, los agrede y el que tiene dinero prefiere llevárselo a otro país donde le den un mejor trato. Esto no es cuestión de patriotismo, sino de sentido común.