Por Raúl Hernández Moreno
Durante la última sesión de cabildo se dio un debate entre los regidores Jorge Ramírez Rubio y Sergio Ojeda Castillo. El primero, desacreditando la visita presidencial de Andrés Manuel López Obrador y el segundo defendiéndola.
El primero dijo que AMLO entregó obras de poca monta y el segundo resaltó que fueron 22 con una inversión cercana a los 500 millones de pesos y además orientadas a beneficiar a las clases populares.
Esto además de que fueron obras planificadas y ejecutadas observando los más altos estándares de calidad.
Ojeda asumió el papel de defensor de la investidura presidencial, lo cual es natural siendo ambos del mismo partido y destacó que hubo necesidad de que el Gobierno Federal invirtiera estos recursos de manera directa para garantizar su ejecución y que los beneficios lleguen a los que más los necesitan.
Ojeda defendió a la 4T, a AMLO, a Morena, demostró que trae la camiseta bien puesta, que cree en el partido y en su proyecto de nación. Honró su militancia.
En otro tema, PRI acaba de nombrar como delegados en los municipios a personajes de la talla de Enrique Cárdenas del Avellano, Rafael González Benavides, Sergio Guajardo Maldonado, Juan Alonso Camarillo, Eliseo Castillo Tejeda.
Son operadores de lujo, la batería pesada, lo mejor de sus filas, ¿y?…
La realidad es que pueden ser generales de división, pero al PRI lo que le hace falta es tropa. No es lo mismo haber sido alcalde, diputado federal o local, líder estatal del PRI o de alguno de los sectores, y militar en el PRI cuando era gobierno, que serlo ahora que es oposición, que es la tercera fuerza electoral y ya no tiene acceso al presupuesto oficial.
Ser operador exitoso cuando se puede meter mano a los recursos que aportan los particulares, además de tener acceso al presupuesto de municipios y el Estado, además de los ingresos oficiales establecidos por el INE y el IETAM es relativamente fácil. Lo difícil es ir a la competencia electoral con recursos limitados.
Cuando el PRI era gobierno, industriales, empresarios, comerciantes buscaban quedar bien y hacían generosas aportaciones monetarias con la esperanza de ser proveedor de servicios, o, por lo menos, a cambio de tener un amigo en el gobierno. En la actualidad esos recursos privados ya no fluyen con la misma fuerza hacía el PRI, se han ido al PAN, al partido en el gobierno.
¿Qué podrán hacer estos operadores de lujo, si van a batallar hasta para llenar el tanque de gasolina? Porque puede haber delegados que son millonarios, pero una cosa es gastar dinero de las tesorerías públicas y otra el dinero propio. Ser millonario no es sinónimo de estar dispuesto a gastar el dinero propio a manos llenas.
Más que operadores de aparador, el PRI debe preocuparse y ocuparse por engrosar sus filas. Al PRI le urge aumentar su militancia, requiere de nuevos cuadros, para reponer la migración hacía otros partidos.
En fin, vamos a ver qué resultados dan los recién designados delegados del PRI.