
David Ed Castellanos Terán
@dect1608
Anda muy despistada la diputada. En Tamaulipas, la violencia escolar no es una novedad ni una moda, es el pan de cada día y un síntoma descarado de una enfermedad que hace mucho se diagnosticó, pero que nadie quiso tratar. ¿no estaban enterados?
-Ja- Ahora resulta que la diputada local Blanca Anzaldúa Nájera, secretaria de la Comisión de Educación y líder sindical del magisterio, se da cuenta —como si hubiera descubierto el hilo negro— de que el problema empieza en casa.
Doña Blanca, bienvenida a Tamaulipas, qué bueno que ya despertó. En este hermoso estado en forma de elefante, los niños no solo crecen entre gritos, golpes o amenazas, también aprenden a “resolver” con la fuerza o con el miedo. La violencia intrafamiliar no es un fenómeno reciente ni oculto; está documentada, reportada y, lamentablemente, normalizada desde hace años. Si alguien necesita informes, que se siente con cualquier maestro de primaria en la frontera o en el sur del estado.
Resulta que a la “diputada” le sorprende que un padre de familia golpee a una maestra en plena aula. O que un alumno le diga a una autoridad académica que, si lo reprueba, su papá la va a “encajuelar”. ¿En serio? ¿Apenas se enteró? Lo verdaderamente alarmante no es el hecho, sino que la legisladora apenas lo esté asimilando. Esto no es una anécdota aislada, es el reflejo de una generación crecida entre narco-corridos, carencias, abandono institucional y una larga lista de omisiones gubernamentales, sí, también el fracaso de los sistemas DIF y la creciente permanencia de personajes como Blanca Anzaldua, en oficinas influyentes dentro de la vida pública de la entidad.
El episodio en el CETis 78 de Altamira, donde estudiantes enfrentaron a golpes al director por acusaciones de acoso, no debería tomarnos por sorpresa. No es la rebelión de los jóvenes, es el colapso institucional. Un colapso donde las autoridades se muestran más preocupadas por no manchar el uniforme de la burocracia que por garantizar entornos seguros para estudiar, y alinear a los jóvenes víctimas de esa sube y baja emocional etapa de la vida.
Anzaldúa Nájera ahora exige que no se proteja a los maestros o directivos señalados por acoso. Justo y necesario, pero no es suficiente. Ya es tarde para los discursos y los llamados a la cultura de la denuncia cuando los sistemas de protección —como el DIF— fracasaron hace décadas. El civismo desapareció de las aulas, y con él, los valores mínimos de convivencia. Diputada, no fue magia; fue negligencia, usted sabe de que le hablamos.
Los políticos preocupados por tomarse la foto con su perrito o compartiendo el “trolelote” dominical son parte del mismo problema. Simulan cercanía con el pueblo mientras aplauden que en los libros de texto se escriba “tutorxs” en vez de “tutores”. Un atentado más, no solo contra la gramática, sino contra el sentido común. La descomposición social tiene muchas caras, y una de ellas lleva puesto el pin del Congreso local, sí, el de hoy y ayer… de años ¡póngase a trabajar!
En la intimidad… Y hablando del Congreso, volvemos con nuestro historiador oficial no oficial: el diputado Humberto Prieto Herrera. En su cápsula cultural —de esas que duran lo que un TikTok, pero se sienten como si fueran de la clase de Historia de tercero de secundaria— nos cuenta, muy emocionado, lo que hay en las vitrinas del Congreso del Estado: el escudo de Tamaulipas, el himno, la primera constitución del estado, documentos del Congreso Constituyente de 1825 y, por supuesto, el escrito original de nuestro primer gobernador, José Maximiliano Bernardo Gutiérrez de Lara.
Todo eso está ahí, sí, en vitrina, bajo llave y bien cuidado, pero, aguas que todo eso debe llegar con más impacto y fuerza a los jovenes, se les debe hacer sentir orgullosos de esta tierra y de la escuela en la que toman sus clases, su escuelita debe ser sagrada, su prepa debe ser dignificada o la memoria cívica del pueblo nos va a aplastar a todos.
OK, diputado, claro que se le agradece que nos lo comparta en un minuto, pero, nuestros jovenes lo tienen que ver, sentir, palpar “fuera del vidrio”, necesitamos que vibre la gente… diría usted ¡a darle!
@dect1608