Por Raúl Hernández Moreno
A partir del 1 de septiembre inicia el proceso de transición entre la nueva administración municipal y la saliente, en los 43 municipios de Tamaulipas.
En el caso de Nuevo Laredo no deja de ser curioso el hecho de que el alcalde electo Enrique Rivas integre una comisión de representantes personales que se reúnan con funcionarios de la administración saliente, que él mismo encabeza, para revisar información de las diferentes secretarías y direcciones.
Suena hasta ilógico pues el alcalde es el mismo para la administración saliente y la entrante y sin embargo es un protocolo que establece el Código Municipal y se le tiene que dar cumplimiento.
Obviamente, aunque es el mismo alcalde para las dos administraciones hay cosas que si van a cambiar, como la integración del cabildo, en el que entran nuevos elementos, todos identificados con el alcalde, en el caso de los del PAN.
Hay dos que no los palomeó el alcalde, Rubén Cárdenas y Rodolfo Villa, pero desde la campaña lo respaldaron y lo van a seguir haciendo en la administración.
Por cierto que Cárdenas es uno de los dos únicos abogados del próximo cabildo, pero a diferencia del otro, que va de síndico y tiene responsabilidades específicas, él si podrá encabezar la Comisión de Leyes y Reglamentos, lo que permitirá revisar la legislación municipal para ampliarla y mejorarla.
Y como en Nuevo Laredo con el cambio de gobierno prácticamente permanecerán la mayor parte de los funcionarios municipales, esto facilitará el trabajo, desde poder transferir alguna obra no terminada antes del 30 de septiembre, darle seguimiento a los programas etc.
Muy diferente es el caso de aquellos municipios donde llega un partido diferente al que gobernaba y el nuevo va a querer revisar hasta las facturas que amparan 50 pesos.
En el pasado, aquí en Nuevo Laredo vimos casos similares, incluso entre alcaldes del mismo partido. Ahí está el caso de Horacio Garza que denunció formalmente los excesos de la administración de Marcos Alejandro García y que terminó por la intervención de Tomás Yarrington.
O está el caso de Benjamín Galván que no se cansó de destruir la imagen de Ramón Garza Barrios, porque nunca le perdonó el trato que este le dio cuando fue alcalde.
Hay varios alcaldes salientes que deben estar preocupados de que se les revisen las cuentas, como Oscar Almaraz, de Victoria, que se ilusionó con la idea de ser gobernador y tras la derrota del pasado 1 de julio hoy está inmerso en la tarea de hacer que cuadren los números de sus ingresos y egresos en los dos años de su gobierno.