Por Raúl Hernández Moreno
Lo confieso: desde hace varios meses la morbosidad me orilla a leer si no todos los días, sí casi siempre, las columnas de Pablo Hiriart y Ricardo Alemán, los dos más grandes y furibundos críticos de Andrés Manuel López Obrador. Ambos están obsesionados con AMLO, a ambos les aterra la posibilidad de que el tabasqueño gane la próxima elección y en su papel de comunicadores pareciera que gustos cambiarán la pluma por irse de estrategas a las campañas de José Antonio Meade y Ricardo Anaya para frenarlo a como dé lugar.
Y en esa enfermiza obsesión hacía AMLO, Ricardo Alemán no se midió al proponer un atentado criminal para detenerlo. Su infortunado comentario trajo reacciones inmediatas y Televisa y el Canal 11 anunciaron su despido en los espacios que ocupaba en las dos televisoras, por no compartir su odio hacía el candidato de las izquierdas.
Alemán ahora se queja de que han censura en su contra y de que él no escribió el tuit del escándalo, que él lo retomó de una usuaria de twitter. Puede ser verdad que él no lo haya redactado, pero lo retomo y eso es muy grave y más en un crítico que ha sido despiadado contra López Obrador.
No hay censura contra Alemán y eso que lo que escribió en otro país lo llevaría a sentarse en el banquillo de los acusados y a enfrentar la posibilidad de terminar tras las rejas.
No se vale usar a los medios de comunicación para hacer apología de un delito y menos con periodistas de la talla de Alemán, que después de su dislate ni siquiera ofreció una disculpa pública. Actuó de manera irresponsable.
En otro tema, el candidato del PRI a la diputación federal, Juan de Dios Juanes Carrizales volvió a insistir en un debate entre todos los contendientes, en particular el del PAN, Salvador Rosas.
En conferencia de prensa explicó que el domingo coincidió con Rosas en una carrera y ahí le pidió hacer un debate, pero el panista no respondió y encima su suplente, Manuel Canales Bermea lo jaló de un brazo y se lo llevo.
Rosas tiene miedo a debatir y hace mal porque en el supuesto de que gane, se va a enfrentar al hecho de que en la Cámara hay 500 diputados y de esos hay más de 150 que ya tienen el antecedente de haber sido secretarios de estado, ex dirigentes nacionales de partido, ex gobernadores, ex senadores, ex diputados federales que lo han sido tres o cuatro veces, catedráticos con doctorados, otros que dan clases en universidades de Europa, millonarios con fortunas de 100, 200 millones de dólares.
En otro tema, si las cosas salen bien, en los próximos días, Rubén Sierra Borja rendirá protesta como regidor en el cabildo. Y su llegada será un reconocimiento a la militancia de a pie, a los militantes que desde hace varias décadas traen bien puesta la camiseta del PAN y la traen en tiempos de vacas gordas, pero también cuando estaban flacas.
Los militantes de a pie también tienen derecho a ocupar cargos políticos, sin importar sus méritos académicos, porque además un doctorado a veces nada más sirve para ocultar la ignorancia del galardonado.