POR FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO
–MEADE: UN POQUITO DE GRACIA..Y OTRA COSITA–
Un nuevo José Antonio Meade recorre la república. Se le percibe voluntarioso, optimista, con rostro de competidor animoso. Algunas encuestas ya lo colocan por encima de Ricardo Anaya, y se le perfila como el finalista que le disputará la corona de la supremacía electoral a López Obrador.
Le resta exactamente un mes a la contienda. Habrá que ver si el candidato externo del PRI a la presidencia, hace la chica, como se dice en las carreras de caballos.
Tal vez, a Meade, a quien no se le regatean sus virtudes de excelente técnico y hombre de probada honradez, le hace falta, como la canción de la bamba, un poquito de gracia,. Y otra cosita.
Esta última minucia, se traduciría en que JAMK, emitiese un deslinde o alguna autocrítica hacia el gobierno que él compartió con su jefe Peña Nieto. Esto podría darle el estirón necesario, ante el porcentaje de indecisos, que aún no le han puesto nombre a su voto.
Ayer, el candidato de la coalición PRI-Verde-panal estuvo en esta capital tamaulipeca. Los priistas del centro del estado, liderados por el candidato a la alcaldía Oscar Almaraz Smer, le organizaron un nutrido y colorido evento de apoyo, allá por el rumbo de la colonia México.
Fue un mitin que por Primera vez en la historia de las concentraciones tricolores, se sale de las vitrinas convencionales y se ubica en los sectores populosos, donde se respira el sudor a pueblo.
Por ahí estuvo el nuevo Meade, “el flaco”, como ahora le llaman algunos, metido de lleno en la dinámica de un proyecto, que respira y jala oxígeno, para ir con todo en la recta final. Hubo porras y exclamaciones de apoyo para el candidato.
Al mismo tiempo la participación de todo el priismo tamaulipeco, revivió antiguas glorias. En justicia, hay que decirlo, en el aplausómetro de las personalidades tamaulipecas, los abanderados a la diputación federal y la alcaldía, Ale Cárdenas y Almaraz obtuvieron la mejor parte.
–EL SEGUNDO FUROR CIUDADANO, EN 20 AÑOS–
La reciente encuesta del diario Reforma, donde Andrés Manuel López Obrador aparece con 52 puntos, contra 26 de Ricardo Anaya, modifica algunas líneas del análisis que hasta ahora se venía realizando. Esto significa que, ya no se discute quién ganará la elección presidencial, y ahora la polémica se ubica en la posibilidad de que, AMLO logre un triunfo aplastante, superior incluso a la victoria de Vicente Fox, en el 2000.
Esto último, nos conduce a la siguiente reflexión: la última vez que la gente mostró tal entusiasmo por un candidato de elección popular, abanderado del cambio, fue con el guanajuatense Vicente Fox Quezada.
La gente se volcó a las urnas, y terminó vapuleando a un grisáceo y oficialista Francisco Labastida Ochoa. Son memorables las expresiones irónicas del candidato panista, rancherote grandulón, que lograba enardecer a los ciudadanos, con promesas, como las de “sacar a las víboras prietas de los Pinos”, y cosas parecidas.
Hace 18 años, a una semana de la elección más esperada, en un país, donde el priísmo vivía su fin de fiesta, las encuestas serias reportaban un empate técnico entre Fox Y Labastida. Pero finalmente, Vicente Fox ganó con una notable diferencia de más de dos millones de votos: 15 millones, 989 mil, 636 sufragios, 13 millones, 579 mil 718 votos del ex gobernador sinaloense, y ex secretario de Gobernación.
Posteriormente, el sexenio foxista sería muy decepcionante: para empezar, la praxis de su gobierno no corrigió los males de raíz, prevalecientes en la cultura política mexicana, pues algunos de sus personajes más encumbrados, como fueron los hijos de la señora Martha Sahagún de Fox, se enriquecieron a manos llenas, y reprodujeron los mecanismos de corrupción y de contratismos, considerados como sellos indelebles del pasado inmediato.
Fox concluyó sin pena ni gloria, y el electorado le otorgó por primera vez sus afectos a un joven político llamado Andrés Manuel López Obrador. Se cree que, fue en este año, cuando se produjo el segundo gran fraude mexicano, para cerrarle el paso a un gobierno de izquierda, en nuestro país. Al respecto, los números hablan por si solos: el triunfador, Felipe Calderón Hinojosa del PAN, obtuvo 15 millones 284 mil votos, contra 14 millones, 756 mil, 350 de López Obrador. La diferencia fue de poco más de 500 mil votos. Pero los votos anulados, sospechosamente fueron 904 mil, 604. Con menos que eso, AMLO ganaba.
Hoy, en el 2018, se está dejando sentir, el segundo furor ciudadano en casi dos décadas. Ni Peña Nieto, ni Calderón, ni siquiera Fox, generaron tantas expectativas de cambio. La gente quiere oxígeno en materia de política social y de inseguridad.
El hartazgo ha llegado a límites insospechados. Sin caer en exageraciones, AMLO está convertido en un fenómeno de los conglomerados electorales. Uno de los grupos más poderosos cuantitativamente que lo respaldan, son los jóvenes. Hace ocho años, una generación joven apoyo a Fox y se decepcionó de su gobierno.
Hoy, muchos de ellos rondan los 28 y los treinta años, pero ahora le apuestan a Andrés Manuel.