En ciertos aspectos parecía un manifiesto socialista y en otros un llamado tercermundista
Al recibir a los participantes en el IV Foro internacional sobre las migraciones y la paz, el papa Francisco volvió por enésima vez a apuntar el índice contra las grandes trasnacionales que explotan al sur del mundo y contra la finanza mundial que determina enormes especulaciones, con el resultado de que las riquezas se concentran siempre en pocas manos.
Cristian RiTu/ LA RED
INTERNACIONAL.-En ciertos aspectos parecía un manifiesto socialista y en otros un llamado tercermundista. Al recibir a los participantes en el IV Foro internacional sobre las migraciones y la paz, el papa Francisco volvió por enésima vez a apuntar el índice contra las grandes trasnacionales que explotan al sur del mundo y contra la finanza mundial que determina enormes especulaciones, con el resultado de que las riquezas se concentran siempre en pocas manos.
“No puede un pequeño grupo de personas controlar las riquezas de medio mundo… No pueden personas y pueblos enteros tener derecho a recoger solo las migajas”. Estas diferencias “son la causa de tantos desequilibrios”… ”Falta la justicia de la redistribución”, clamó Bergoglio. Y ésta es la raíz –precisó- “del problema de las migraciones”.
Recibiendo a sus huéspedes en el Vaticano, el Pontífice argentino recordó que el compromiso en favor de los migrantes, de los desplazados y de los refugiados debe ser “la aplicación de los valores históricamente incluidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en otras numerosas convenciones y pactos internacionales”.
En este sentido –dijo Bergoglio- los Estados tienen “el deber de civilización”, defendiendo con fuerza la decisión política de abrir corredores humanitarios “accesibles y seguros”, así como las relativas a la integración de los extranjeros, evitando así “las peligrosas marginaciones” de los inmigrantes.
“Cada migrante –subrayó- tiene derecho a emigrar, pero también el derecho a no tener que emigrar, a no ser obligado por el hambre y por la miseria a buscar un futuro en otro país”.
En primer lugar –subrayó el jefe de la Iglesia católica- “está el deber de justicia… Son inaceptables las desigualdades económicas, que impiden poner en práctica el principio del destino universal de los bienes de la tierra”. A continuación denunció la distancia entre quien tiene demasiado y quien no tiene nada. “Nadie puede sentirse tranquilo y dispensado -puntualizó- de los imperativos morales que derivan de la corresponsabilidad en la gestión del planeta, una corresponsabilidad muchas veces reiterada por la comunidad política internacional, y por la Iglesia”.
El sistema económico y social –denunció Francisco- “debe ser corregido en su conjunto”. Se trata de “un deber de civilización; no se trata solamente de cancelar formas de colonialismo o de hegemonía, sino de llevar adelante una reparación..”.
Asimismo, afirmó que “todos estamos llamados a emprender procesos que lleven a una correcta coparticipación, responsable e inspirada en los dictámenes de la justicia”.