LA RED/ESPECIAL.-El ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, ha sido detenido en Guatemala, en el municipio de Panajachel, en el centro del país.
La captura pone fin a uno de los capítulos más bochornosos sufridos por la política mexicana en los últimos años. Tras fugarse a mediados de octubre, Duarte (Córdoba, 1973) ha sido apresado y tendrá que responder a las acusaciones de corrupción que pesan sobre él.
La Procuraduría General de la República (PGR) le imputa el saqueo de 253 millones de pesos de los fondos públicos de las secretarías de Salud y Educación.
Una fortuna que, después de un complejo proceso de blanqueo, usó para asegurarse la vejez con la compra de inmuebles de lujo, entre ellos dos casas en Lomas de Chapultepec (Ciudad de México) y un rancho de diseño en la exclusiva zona de Valle de Bravo (Estado de México).
La caída de Duarte representa mucho más que el fin de un gobernador. Elegido en 2010 para dirigir el tercer estado más poblado de México, pertenecía a una generación de jóvenes cachorros destinados a regenerar el PRI.
Junto a sus homólogos de Chihuahua y Quintana Roo, formó la espina dorsal de ese nuevo futuro que anticipó la llega a la presidencia de Enrique Peña Nieto. El tiempo echó por tierra esa ilusión.