Por Javier Claudio
- * – . Hoy padecemos los efectos del disimulo a la impunidad y la corrupción
- * – . Claro es que los alientos a las carreras delictivas, emanaron desde arriba
- * – . Cómo no va hartar al pueblo, que quienes más deben al fisco son los ricos
Claridades. – Es triste decirlo, pero por sexenios la impunidad se ha impuesto sobre la ley y he ahí hoy las consecuencias; la asfixiante delincuencia es consecuencia de esa impunidad. Obsérvese el “efecto dominó” en la inseguridad, cómo el ladrón de viviendas pasó a la misma práctica pero de vehículos y este a su vez escaló al asalto y tal vez hasta a mano armada. Delincuentes entraron una y otra vez a las cárceles y salieron libres en el menor tiempo imaginable y de ahí luego el temor de denuncia.
Claro que sí. – Se dejó correr lo que hoy es difícil de contener. Si solamente se hubiera aplicado la ley tal y como es, sin compadrazgos, sin corrupción, realmente viviéremos una situación totalmente distinta. Sería muy acertado tener como conclusión que si no existiera una ley preventiva muchos hechos que no pueden ser probados quedarían en la impunidad. De lo que sí está convencido el ciudadano es que el “llavero” de la impunidad es la corrupción y esta viene trasminando desde arriba.
Clarín. – La impunidad, ciertamente es un aliento a la carrera delictiva, esa que hoy no parece tener freno y que sin ser justificante, quienes la decidieron practicar es porque se cansaron de ser pasivos y testigos del reparto de lo ilícito entre el funcionario, el político y el que tiene la responsabilidad de impartir justicia. Decidieron participar en lo fuera de la ley, sólo que bajo distintos esquemas, con muchos desafiantes y hasta poniendo en juego la vida. Lo malo, es que, el honesto es mayormente la víctima.
Aclarando. – Hoy es ineludible recordar aquella frase del entonces presidente José López Portillo; “La corrupción somos todos”, la que por muchos se tomó como una ofensa pues taladró la sensibilidad del buen vivir del mexicano, hasta ser su rúbrica y amargo presagio. La corrupción es un lastre por los enormes costos económicos, políticos y sociales que ocasiona. Es inminente identificar y cuantificar sus costos a fin de conocer la dimensión del problema y así diseñar políticas públicas para erradicarla.
Claro que no. – Un ejemplo; el pago de impuestos ha sido permanentemente protesta debido a que se considera que cuando menos el 60 por ciento de quienes integran el padrón evaden ese tipo de pago tributario. Es bien claro que el restante 40 por ciento de los contribuyentes, el denominado cautivo, es en el que se soporta la carga, el que sí paga y le da ingreso a Hacienda, según además insuficiente. La inconformidad es grande y permanente, pues los grandes deudores son intocables.
Claroscuro. – Molesta al ciudadano común; que entre quienes figuran entre grandes deudores al fisco es Kimberly, presidida por Claudio X. González Laporte. Si, el mismo que propuso un impuesto a medicinas y alimentos y que destacó la urgencia y necesidad de que los mexicanos pagaran más impuestos, pues éste adeuda al fisco mil 869 millones de pesos. Seguido aparece Altos Hornos de México, que encabeza Alonso Ancira, evade un pago acumulado de seis mil 666 millones en impuestos.
Clarificando. – Más de impunidad y corrupción es que otro de los poderosos, como lo es el Grupo Industrial Bimbo de la distinguida familia Servitje, quien tiene para financiar campañas electorales, pero no así para pagar sus obligaciones fiscales, debe mil 848.4 millones de pesos por concepto de impuestos. Ahí le siguen Grupo Alfa de Monterrey que adeuda tres mil 809.6 millones, el Grupo Aeroportuario del Centro-Norte debe mil 128.73 y Realtur, propiedad de Olegario Vázquez Raña –amigocho de Vicente Fox-Marta Sahagún–, quien continúa sin pagar mil 302.24 millones de pesos.
Sabía usted que. – Hacienda debe accionar parejo hacia los que le deben, como Enrique Coppel Luken, uno de los promotores del voto a favor de Calderón. El dueño de esta “democrática cadena de supermercados” adeuda al fisco tres mil 915.2 millones de pesos. Otro es Altos Hornos de México, una paraestatal privatizada por el salinato (1991), presidida por Alonso Ancira, pariente político de Cecilia Occelli, ex esposa de Carlos Salina de Gortari, quien adeuda al fisco seis mil 666 millones de pesos.