Por Vianey Esquinca
El viernes pasado, una vez más se demostró que, cuando no está Andrés Manuel López Obrador, su gabinete pierde la cabeza; no fueron ni eficientes ni transparentes para comunicar la situación médica del mandatario. Incluso recurrieron a la mentira, pues a las 16:15 pm, el vocero presidencial Jesús Ramírez dijo, a través de un tuit, que el Presidente había ingresado al Hospital Central Militar “para llevar a cabo una revisión médica de rutina programada”.
El coordinador de Comunicación Social seguramente aparecerá el próximo miércoles en el Quién es Quién en las mentiras de la siempre “implacable” e “infalible” Ana Elizabeth García Vilchis porque que lo que escribió fue falso. No una, no dos, sino tres horas y media después, casi a las 8 de la noche, la Secretaría de Gobernación informó que el Presidente había ingresado para realizarse un cateterismo. Sin embargo, a las 20:11 pm mandaron una corrección al primer boletín agregando que el Presidente tenía antecedentes “de hipertensión y cardíacos”.
Finalmente, llegó la buena noticia, el Presidente apareció ayer en un video señalando que se encontraba bien. La mala noticia es que habló de que tenía un testamento por si llegaba a faltar: “Yo tengo un testamento político, no puedo gobernar un país en un proceso de transformación, no puedo actuar con responsabilidad, además con estos antecedentes del infarto, la hipertensión, mi trabajo que es intenso sin tener en cuenta la posibilidad de una pérdida de mi vida ¿cómo queda el país? Tiene que garantizarse la gobernabilidad entonces tengo un testamento para eso, afortunadamente no va, creo yo, necesitarse y vamos a seguir juntos”.
Por muchas razones, eso representa un mal presagio. Primero, porque el Presidente sí está considerando una eventual falta; segundo porque un testamento es una “declaración voluntaria de una persona expresando lo que quiere que se haga con sus bienes después de su fallecimiento” y hasta el momento de escribir esta columna, y a menos que suceda algo extraordinario, México es de todos los mexicanos, no bien de ninguna persona física o moral. ¿Por qué el Presidente quiere legar algo que, según la ley, no le pertenece?
¿Qué es lo que el mandatario quiere heredar?, ¿el gobierno? habría que recordarle que los mexicanos también tienen un testamento, cuya última versión se firmó en 1917 y que se llama Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que además no tiene que ir con ningún notario a consultar de qué se trata, basta meterse en internet para leer que en el artículo 84 se establece lo que habría de hacerse en caso de falta absoluta del Presidente.
Además, ¿qué podría haber escrito el tabasqueño en ese testamento?: “Claudia (Sheinbaum) por favor sigue siendo mi mini-me, vas muy bien. Marcelo (Ebrard) te dejó en un sobre mi respuesta sobre tu candidatura a la Presidencia, ábrelo en el 2025; Ricardo (Monreal) te heredo… te heredo… Claudia, vas muy bien. Adán (Augusto López) no dejes que mis animalitos se despedacen entre sí definiendo las candidaturas, mételos en corrales distintos. No los juntes.
También deseo que en todas las carreras de economía se imparta la materia “otros datos”; en las de comunicación la de “yo tengo otra información” y que en las de veterinaria se realicen investigaciones sobre por qué los gansos no se cansan. Como ya se murió Friedrich Katz, quiero que mi biografía oficial la escriba Pedro Salmerón.
Denles mis abrazos y no balazos a los delincuentes, y díganles a todos que mi fuerte no fue la venganza, salvo para mis adversarios (tú no, Emilio Lozoya)”.
“PD: No dejen bajo ninguna circunstancia que Hugo (López-Gatell) me atienda a mí ni a mi familia”.