Por Mario Vargas Suárez
Agradezco al lector la licencia que me concedió para ausentarme estos días y tomar un descanso. Esta vez dejo para otro día el tema de las preferencias electorales que, por cierto, las campañas oficiales iniciaron desde el pasado viernes y como en el arrancadero de las carreras de caballos, el grito de ¡¡¡Arraaaaaancan!!! los jinetes espuelean su jamelgo para ganar el premio. Solo que desde ‘endenantes’ de lo oficial, ya hay quien apuntala.
Entrando en materia, la palabra como el título de esta columna, la entendemos como derivada del latín, que significa toda aquella acción u omisión realizada por personas, grupos o instituciones, que generan desigualdades en favor o en contra de un grupo social.
El tema viene a este espacio porque desde la candidatura de Donald Trump a la presidencia del vecino país y luego como inquilino de la Casa Blanca en Washington, trajo molestias a un número indeterminado de mexicanos -por no decir que a todos los nacionales aztecas- ya que sus expresiones de discriminación a esta cultura fueron y han sido muy radicales… y no cesan. Lo último es la probable militarización de la frontera.
Dice el diccionario cibernético que la discriminación normalmente se utiliza para referirse a la violación de la igualdad de derechos por asuntos sociales, raciales, religiosos, de orientación sexual o por razón de género.
Estas vacaciones de la Semana Mayor que por cierto, todavía no concluye, varios mexicanos olvidando, o no queriendo tomar en cuenta las expresiones del gringo mayor, o quienes de plano fuimos ‘al otro lado’ por algún encargo no vacacional, nos dimos cuenta de algo inusual: el rechazo de las tarjetas bancarias en algunos comercios estadounidenses.
Sabemos que hay mexicanos que prefieren la compra de dólares en Casas de Cambio en territorio nacional o de la frontera; en bancos nacionales; cajeros automáticos que ofrecen dólares; o de plano los que se junten entre los que viajan al país del norte.
Otros, para no estar buscando la cotización más baja del peso frente al dólar, preferimos cambiar unos pocos dólares y manejarnos con tarjetas de débito o crédito. El gran pero de este período vacacional es que hubo un rechazo de tarjetas mexicanas en varios comercios gringos.
El problema del rechazo de tarjetas no fue esporádico, no fue en comercios de un solo giro o firma, porque lo mismo fue en supermercados, que en tiendas departamentales y hasta en restaurantes y hoteles.
Los empleados México-americanos no atinaban a dar una respuesta adecuada a esta discriminación al turismo azteca, simplemente se concretaron a decir que desconocían las causas de tal rechazo y le echaban la culpa al ‘sistema’.
Los seguidores de la filosofía moral señalan “desventajosa” a la discriminación y no puede ser diferente, porque una persona no tiene que ser dañada físicamente para ser discriminada por razones arbitrarias.
Y mire que muchos mexicanos en su calidad de turistas se vieron afectados, porque para esta administración presidencial de E. U., somos individuos que pertenecemos a las denominadas minorías. Según las teorías sociales, en la discriminación hay casos donde los grupos no son pequeños, pero aun así son rechazados.
La política de Donald Trump ha sido, desde su campaña para llegar a la presidencia de Estados Unidos, de ‘golpeteo’ a los latinos, preferentemente a los mexicanos, y pese a que muchos connacionales llegaron al norte en calidad de indocumentados, ahora ellos son los que más se han ensañado contra los ‘paisanos’.
Muchos compatriotas que viajaron a destinos turísticos gringos, jamás habían recibido un trato tan discriminatorio como el de estas vacaciones.
Tenemos reporte que en un puerto de ingreso, los recién llegados a tierras gringas fueron separados en dos filas o líneas como ellos las llaman. Por un lado los estadounidenses y por otro los no estadounidenses.
Desde luego que quienes manejan estadísticas señalaron que de 5 mil pasajeros de un barco, 3 mil 400 eran gringos y el resto de otros países, mil 200 se contaban mexicanos y en su mayoría de Monterrey. ¿Adivina quienes salieron al final?
Varios pasajeros explicaron que dejaron el barco a las 9.25 hrs., y salieron de la oficina de Migración en Galveston después de las dos de la tarde. ¿Fue trato discriminatorio o no?