Por Mario Vargas Suárez.
Este año electoral para los mexicanos ha despertado, desde hace unos meses, la inquietud por participar o no en la próxima contienda del primero de julio.
La intervención ciudadana es referida a dos conductas y ahí está el dilema: acudir o no a las urnas que el Instituto Nacional Electoral instala en instituciones gubernamentales, domicilios particulares o centros escolares.
Luego: ¿Votar por quién? ¿Votar por qué partido o coalición? ¿Qué cargos de elección popular debo votar o por todos los que correspondan a este distrito electoral? ¿Deberé votar todos los cargos por un solo partido?
Antes el ciudadano común seleccionaba a su candidato por las promesas que hacía ante el electorado, ante los miles de mexicanos que lo escuchábamos en los mítines, concentraciones o en las noticias.
Los ciudadanos de ahora ya no votamos por las “tradicionales promesas de campaña”, más bien ahora debemos tener la audacia para intentar descifrar, entender qué candidatos dicen menos mentiras; o por lo menos cuáles son las más creíbles.
Desde luego que el fenómeno del abstencionismo ha ido creciendo en nuestro México Lindo y Querido, sobre todo el tipo de candidatos y más los gobernantes que mal elegimos.
Pero también existen ciudadanos que intentan luchar por causas nobles, de la gente, buscando entrar a la grilla municipal, estatal o nacional y hacer el esfuerzo de componer las cosas que otros han llevado al país que tenemos: inseguro, corrupto y con alto índice de incredulidad en los gobernantes.
Para muchos hablar del Partido Revolucionario Institucional (PRI) es hablar de una clase política tradicionalmente revolucionaria que tuvo la desgracia de aceptar en sus filas a voraces vividores que han traicionado no solo a los mexicanos sino a su mismo partido político.
Esos priistas leales a sus estatutos pudieran fundar un subgrupo y darle nombre, como aquellos del ‘Nuevo PRI’ porque tienen la convicción de que desde su trinchera van a realizar su sueño social y ahí siguen, militando en el tricolor porque ellos sí creen en la palabra empeñada, ellos creen en la posibilidad de que a México lo podemos cambiar.
Hace unos días en visita a la región fronteriza de Tamaulipas, me entero de un singular ejemplo de lo anterior en uno de los dos Pueblos Mágicos del Estado: Cd. Mier, ese bello rincón fundado por Don José de Escandón en 1753 con el nombre de Villa del Paso del Cántaro.
El problema de los lugareños, esencialmente PRIISTAS, es que apenas la semana pasada, ante la Junta del Consejo y la Comisión de Procesos Internos de su partido municipal, se realizó una auscultación para identificar a quienes quisieran ser aspirantes a la candidatura por la Alcaldía.
Hubo en esta importante reunión, la invitación del Presidente del PRI, Ignacio Peña Alemán, congregó a un buen número de mierenses que finalmente acordaron que la unidad estaría bien representada por el Dr. Rolando Ramírez, médico de mucho prestigio en este pueblo mágico no solo por su profesión, sino por las múltiples labores altruistas para la población.
Pudiésemos hablar en este espacio sobre las características del galeno aspirante a la Alcaldía de Cd. Mier, sin embargo le garantizo sería muy larga la lista de acciones realizadas por el Rolando Ramírez en beneficio de aquella población fronteriza.
Lo triste del caso es que a nivel local el PRI desde diciembre pasado lanzó una convocatoria, avalada por el Presidente del Comité Estatal del PRI Tamaulipas, para que los interesados en contender por la Alcaldía, hicieran llegar una carta de intención, misma que en tiempo y forma entregó el Dr. Ramírez.
El gran PERO que amenaza la unidad de los PRIISTAS de Cd. Mier es que la convocatoria del PRI TAMAULIPAS imponga candados sospechosos y prácticamente con dedicatoria, pese a que la gente del Comité Estatal del tricolor sabe del trabajo transparente tanto del Comité Municipal como del mismo aspirante a la Presidencia Municipal.
Recuerdo al lector que la semana pasada, PRIÍSTAS de la Villa de Casas, vivieron una experiencia similar, aunque por la cercanía geográfica se trasladaron a Cd. Victoria, donde el mismo Sergio Guajardo Maldonado, presidente del tricolor, -según algunos medios- fue interceptado para obligarlo a enfrentarse a los militantes.
Uno de los grandes problemas de siempre en el tricolor es la imposición de candidatos, desoyendo la voz de quienes militan y quieren participar, aun financiando sus propias campañas electorales, porque tienen fe en su proyecto de comunidad.