Mario Vargas Suárez
El prestigiado profesional de la Psicología Pedagógica, Flavio Guijarro, de la Universidad Pedagógica Nacional, plantel Ajusto, en un curso de especialización sobre Investigación Educativa que se impartió hacia 1985 en la Unidad 241 de San Luis Potosí, expresó para sorpresa del grupo de asistentes “…las maestrías y los doctorados se han prostituido…”
La afirmación del investigador de la prestigiada institución pedagógica fue una sorpresa, porque precisamente ese curso era propedéutico para iniciar los cursos de maestría, luego entonces se infiere que los asistentes a ese curso de Investigación formamos parte de un acto de prostitución, según la óptica del Dr. Guijarro.
Lo que explicó el académico de la UPN, fue que la incapacidad financiera del gobierno federal para responder a las peticiones sobre incrementos salariales fue exigir mayor grado académico de estudios.
El antecedente es que todavía apenas un año atrás (1984) la Secretaría de Educación Pública (SEP) exigió el bachillerato como antecedente para ingresar como estudiante de la escuela normal, por lo que la generación 1984-1988 sería la primera en egresar como licenciados en educación.
Con la estrategia de exigir maestrías o doctorados a todo aquél profesor que solicitara aumento salarial, el gobierno de la república tendría por lo menos un sexenio más de tolerancia.
El tema se desvió para Carrera Magisterial que otorgaba puntos por estudios y titulación de postgrados.
La respuesta de los comerciantes de la educación no se hizo esperar y las instituciones públicas y privadas iniciaron los cursos para impartir maestrías y doctorados con altísimos costos en inscripción, mensualidades, gastos de laboratorio, exámenes, titulación, etc.
Quizá de los cursos de maestría más económicos, sin mermar la calidad de los docentes, era de dos mil pesos por materia, mientras en escuelas privadas se llegaron a pagar hasta 8 mil.
También desde luego, los comerciantes de la educación privada buscaron la forma para que los estudios de maestrías y doctorados tuvieran el Registro de Validez Oficial de Estudios (REVOE) lo más pronto posible y en el mayor número de cursos.
Muchas universidades “patito” de esas que no obtuvieron nunca el REVOE lograron altas inscripciones, sobre todo de docentes de la educación básica, aunque al final resultaron un fraude y la SEP no hizo nada por sancionarlos.
Sin embargo hubo universidades que habiendo logrado la autorización (REVOE) en una entidad, buscaron mercado en otras ciudades, incluso en otros estados de la república, con asistencia y requisitos mínimos para aprobar un curso.
Las denuncias de alumnos defraudados se dieron en todo el país, incluso en Tamaulipas se conoció del caso de instituciones de educación superior que las autoridades de SEP se negaban a extender títulos profesionales hasta de licenciaturas.
El fraude de las maestría y doctorados pareciera llega a su fin en educación, porque ahora los docentes de la educación básica no necesitan presentar evidencias de esos grados académicos.
La Reforma Educativa de Peña Nieto ahora exige evidencias de trabajo. ¿Se puede decir que llegó el fin al fraude de posgrados?
Finalmente anticipo que por los rumbos de la Autónoma de Tamaulipas se avecina un cambio de nomenclatura… ya no habrá Unidades Académicas, retornarán los universitarios al nombre con el que nacieron: facultades.