Raúl Hernández Moreno
De poco servirá el Sistema Nacional Anti-corrupción y el nuevo sistema penal acusatorio, si no existe voluntad política y legal para aplicarlo.
El nuevo sistema acepta como pruebas fotografías y videos, lo que antes no era prueba legal. Eso es un avance, pero lo importante es que todo esto pueda operar en la práctica.
Se debe combatir la impunidad, no solo en el texto de la ley, también en la práctica.
Todo mundo recuerda, y celebra, la famosa frase de Benito Juárez: para los amigos, justica y gracia; para los enemigos, justicia a secas.
Pues no, Don Benito estaba equivocado, la justicia debe ser pareja para todos.
Los que conocen como fue el proceso a Sócrates, recuerdan que hubo un grupo de amigos dispuestos a hacer lo necesario para liberarlo de la cárcel y sin embargo, el pensador se opuso, pues argumento que era respetuoso de la ley y si la ley creía que él estaba actuando mal y tenía que castigarlo, pues adelante.
Por esta razón Platón fue enemigo de la democracia, pues fue la democracia griega la que condenó y obligó a suicidarse al gran Sócrates.
En el pasado reciente, hemos visto a gobiernos que están convencidos de que los males nacionales se pueden castigar por decreto, pero la práctica demuestra que eso no es cierto.
Hoy que la violencia hizo crisis, se estima que más del 90 por ciento de los delitos que se cometen en el país no son denunciados. No se denuncian por el miedo de que tienen las víctimas de los que delincuentes cobren venganza, pero tampoco se denuncian, porque los ciudadanos están convencidos de que el aparato de justicia está podrido, que no hará nada la policía para esclarecer un delito, o el Ministerio Público integrará mal la averiguación, o el juez liberará a los detenidos a cambio de favores, o el magistrado se encargará de limpiar los expedientes. La podredumbre total. Por eso nuestras cárceles están llenas de gente inocente o mal defendida, por falta de recursos económicos.
La impunidad se pasea impunemente entre los cuerpos policiacos, en las agencias del ministerio público, en los juzgados. Se pasea libremente, en espera de que se le contrate y sabe que siempre hay alguien dispuesto a pagar lo que sea para liberarse de la acción de la justicia.
Es a la impunidad a la que se debe combatir, pero más que con leyes con acciones concretas, que inhiban a otros de incurrir en delitos. Mientras los delitos no se castiguen, mientras a los delincuentes se les deje libre luego de unos pocos días o meses de prisión, el ciudadano de pie no tendrá confianza en el aparato de justicia.
Somos tan distintos al vecino país, donde el ciudadano no quiere arrojar a la calle una envoltura de goma de mascar, porque se imagina que de manera espontánea va a llegar un policía y le va a aplicar una multa de 300 dólares por su acto de suciedad. Ojala que algún día tengamos confianza en la justicia mexicana, como la tienen los estadounidenses con su justicia.