Por Raúl Hernández Moreno
En algunas horas, el Comité Directivo Estatal del PRI publicará la convocatoria para la renovación de las dirigencias municipales, entre las que se incluye Nuevo Laredo.
Para fines de este mes o principios de marzo ya habrá nuevo presidente del PRI y hasta ahora solo parece haber tres aspirantes, a saber: Adán Hernández, Arturo Peña Treviño y Jesús Valdez Zermeño.
Quién quede y todo apunta a Jesús Valdez, se sacará la rifa del tigre, pues recibirá un PRI que en la elección del año pasado obtuvo poco más de 10 mil 500 votos, casi nada, si los comparamos con los 37 mil del 2018 o los 83 mil del 2010.
Como el voto del PRI se viene achicando desde la elección del 2010, resultado de lo mal gobernantes que fueron Egidio Torre en el Estado y Benjamín Galván en Nuevo Laredo, asumir la dirigencia del partido en este momento será todo un reto.
Y es que ciertamente si las elecciones fuesen en este momento, el ganador indiscutible sería el PAN teniendo como competidor a Morena y eso de competidor es un decir, porque ya vimos cómo le fue en la elección del 2019. Pero las elecciones no van a ser hoy ni mañana, van a ser hasta dentro de 15 meses y en ese tiempo las circunstancias políticas pueden cambiar, todo va a depender de lo que hagan o dejen de hacer los partidos.
Cada uno de los partidos sabe lo que tiene que hacer para llegar fortalecido al 2021. De ellos depende, construir una victoria en los hechos o solo de palabra, porque es muy fácil decir que van hacer esto y lo otro, para que al final no hagan nada y terminen justificando su derrota por lo que no hicieron.
En otro tema, cayó Emilio Lozoya, ex director de Pemex en el sexenio de Enrique Peña Nieto, a quien se acusa de haber recibido sobornos por 10.5 millones de dólares, a cambio de obras.
A Lozoya lo detuvo la Interpol, en España. Su detención es mérita del gobierno mexicano, a diferencia de Genaro García Luna, detenido por los Estados Unidos.
Detrás de Lozoya habría estado Enrique Peña Nieto y ya hay quienes se soban las manos convencidos de que el ex director de Pemex va hablar en contra del ex presidente, lo que daría motivos para que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tome acciones legales, lo que está por verse, porque hasta ahora hemos visto que la maquinaria de la justicia actúa por consigna, no por un deseo real de aplicarla.
Para los amigos, justicia y gracia (como con Manuel Bartlett) y para los enemigos, garrote vil (como con Rosario Robles), es la consigna López Obrador y por eso no convence a la mayoría.
Cuando a Lozoya se le involucró en el caso Odebretch, la revista “conservadora” Proceso, como la califica López Obrador, dio información puntual del caso y el gobierno peñista se apresuró a defenderlo. Hoy las cosas han cambiado para Lozoya. Más allá de una persecución política en su contra, hay elementos para procesarlo. Que así sea, que se le castigue conforme a derecho y que se le decomisen los dineros mal habidos, porque no se vale dejarlo en una cárcel de lujo para que al paso de los años se le deje libre, sin quitarle un solo centavo de lo robado.