Por Raúl Hernández Moreno
El próximo Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, ya adelantó que el 15 de septiembre se enviará al Congreso de la Unión, el proyecto de Ley de Ingresos 2019, en el que se propone reducir la tasa del IVA en la franja fronteriza, del 16 al 8 por ciento, que se aplicaría a partir del 1 de enero.
Reducir el IVA fue una promesa de campaña que curiosamente enarbolaron Morena y el PAN, más no el PRI que en cambio si propuso regularizar los autos chocolate. Legalizar o ilegal, pues.
En el 2014, el PRI nos subió el IVA en la frontera del 11 al 16 por ciento y quiso dorarnos la píldora con el cuento de que se canalizarían recursos extras para incentivar la economía en esta región, todo lo cual quedó en buenas intenciones.
La verdad es que en campaña tomamos la propuesta de Morena de reducir el IVA en la frontera, como una oferta que no pensaba cumplir. Nos equivocamos y que bueno porque en teoría la reducción del IVA nos va abaratar la vida en la frontera, siempre y cuando que los prestadores de bienes y servicios reduzcan sus precios, al menos en los 8 puntos de la reducción.
Y pensar que en el 2015 la candidata del PAN a la diputación federal, Laura Zarate, traía esta propuesta de reducir el IVA en la frontera y en cambio la del PRI, Yahleel Abdala, estaba en contra. El tiempo le dio la razón a la panista.
Si los precios de los alimentos se abaratan en un 8 por ciento, esto puede resultar atractivo para nuestros vecinos del norte, en artículos como frutas, verduras, –que de hecho no pagan IVA- carnes, productos de limpieza, artículos para el aseo personal, refrescos, licores, papelería, entre otros muchos, que están en condiciones de competir con los americanos en precio y calidad.
Igual ocurre con los alimentos preparados. Es más barato, aún con tasa del 16 por ciento de IVA, comer en el lado mexicano que en el americano, pero el problema es que nuestra oferta gastronómica es reducidísima.
En cambio, en artículos electrodomésticos, perfumería, ropa, calzado, no hay forma de competir en calidad. En precio sí, pero con baja calidad.
La reducción del IVA es una oportunidad para comerciantes y prestadores de servicios locales para buscar nuevos clientes entre nuestros vecinos del norte. Hay que ofrecerles precios competitivos, pero sobre todo un trato cálido. Hay que desterrar la vieja práctica de ver a un cliente americano como la oportunidad de lograr la gran ganancia del día.
Morena no debe tener problemas para convencer a las otras fuerzas políticas de que apoyen la reducción del IVA. Obviamente, los recursos que dejen de percibirse, los tienen que reponer con otros ingresos, que pueden ser nuevos impuestos, ahorros en algunos rubros o mejorar la recaudación fiscal. Este es una situación que debe resolver el nuevo gobierno.