Raúl Hernández Moreno
Hasta semanas antes de su fallecimiento, a los 82 años, el doctor Lázaro Peña se mantuvo activo como anestesiólogo, actividad mediante la cual tuvo contacto y trato con miles de familias de Nuevo Laredo, al participar en miles de cirugías.
Esa profesión lo hizo incurrir en actos de heroísmo.
El 21 de noviembre de 1980, le toco vivir en carne propia el incendio del hotel-casino MGM Grand, en Las Vegas, que cobro 85 víctimas y más de 650 lesionados.
Lázaro Peña, junto con otros neolaredense como Anastasio González, vivió el incendio y quedó atrapado en los pisos superiores – la torre tenía 26 pisos—hasta que fueron rescatados. El humo del incendio llegó a los pisos superiores a través de aberturas como escaleras y elevadores.
La desesperación de los huéspedes los llevó a querer romper los vidrios de las ventanas, pero no lo lograron y ahí estuvo el doctor para tranquilizarlos, y esperar la ayuda, que finalmente llegó.
Alguna vez, aquí en Nuevo Laredo, le tocó auxiliar a un electrocutado, que prácticamente ya lo daban por muerto. Le dio los primeros auxilios y el hombre vivió.
Hace unos años, también auxilió a un hombre baleado que cayó en Reforma y Paseo Colón. Desde su auto vio al hombre tirado, se bajo a auxiliarlo, luego lo subió a su coche y lo llevó al Hospital San José y al buen Lázaro lo querían detener las autoridades judiciales, acusándolo de complicidad.
Lázaro Peña fue un héroe para muchos. Ejerció su profesión de la forma romántica en que nos la pintan los promotores, pero que generalmente choca con la realidad.
En los setentas del siglo pasado, fue secretario general del Sindicato de Trabajadores del Seguro Social, en un tiempo en que el sindicalismo era real. Era un líder valiente y entrón y esto lo hizo un personaje atractivo para el profesor Pedro Pérez Ibarra que entonces tenía el control político de Nuevo Laredo y estuvo a punto de hacerlo candidato a la alcaldía, pero desistió.
Lázaro tuvo que esperar varios años, para ser síndico primero con Ricardo de Hoyos Arizpe en el trienio 1984-1986. Para entonces ya había un rompimiento con Pérez Ibarra, en el que también participaban sus primos Ramiro y Blas Peña.
De 1993 a 1995 estuvo al frente de la policía –su primo Blas ocupó el mismo cargo con Ricardo de Hoyos– y más adelante, de 1999-2001 fue Coordinador de Protección Civil.
Junto con su profesión, al doctor le gustó el beisbol siempre y lo práctico hasta muy entrado en años.
Hace unos meses fue operado de la cadera y desafortunadamente su edad no le ayudó a recuperarse. Antes de esa operación andaba muy bien, platicaba y caminaba como un hombre de menor edad y mejor estado de salud. Desgraciadamente la vida nos da sorpresas y al buen Lázaro lo sorprendió. Descanse en paz.