Por Raúl Hernández Moreno
El año pasado llegaron cientos de cubanos a Nuevo Laredo con el propósito de pedir asilo en Laredo, Texas. Este año llegaron cientos de africanos y algunos rusos, con el mismo propósito.
Ahora es posible que la caravana de hondureños que ya caminan en territorio mexicano decidan intentar pedir asilo en el vecino país, a través de esta frontera.
Son miles, hasta ahora, y ciertamente se van a convertir en un problema social, como lo fueron los cubanos y los africanos, cientos de los cuales permanecen en Nuevo Laredo y se les puede ver por cualquier rumbo, en especial afuera de los grandes supermercados. No piden caridad, se sientan a un lado de la entrada o salida y no es raro que la gente que llega a surtir su despensa, al retirarse les entrega pan, fruta, latas de comida y ellos toman lo que se les da, incluso contestando con un “gracias”.
En Nuevo Laredo viven cientos de centroamericanos, en especial de Honduras, Salvador, Guatemala, Bolivia. Llegan a la frontera creyendo que pueden cruzar el río sin más protección que encomendarse a Dios o a la suerte. Tarde se enteran que no pueden cruzar el río por su propia cuenta y que tienen que pagar derecho de piso.
Imposible pagar entre 3 y 5 mil dólares para que los crucen. Apenas traen para comer, a veces ni eso, de tal forma que no pueden pagar y deciden o regresarse a sus países de origen o probar suerte integrándose a la comunidad. Muchos de ellos han arreglado ya su situación migratoria, de manera legal o a través de los muchos leguleyos que los hacen mexicanos en unos cuantos días.
¿Qué hacer ante esta caravana? imposible reprimirlos. Se vería mal que México que se la pasa exigiendo un trato digno a los compatriotas que ingresan ilegalmente a los Estados Unidos, hiciera lo mismo con estos migrantes cuyo pecado o delito, es ser pobres y querer mejorar su situación.
El Presidente electo ha anunciado que cuando asuma el gobierno les ofrecerá visas de trabajo porque va a sobrar chamba en el país. Ojalá. Y no chambas de 200 pesos semanales, como ocurre en la selva, en la sierra, en las montañas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Durango. Qué bueno que sobren chambas de 6, de 8 mil, de 10 mil pesos semanales y que hasta los que ya residen legalmente en los Estados Unidos decidan regresarse a México.
Lo que si suena congruente es la propuesta de AMLO para que Estados Unidos y Canadá inviertan en el sureste mexicano y generen miles de empleos en los que se puedan contratar mexicanos y centroamericanos. Es una propuesta obviamente a largo plazo, no van a llegar los inversionistas en macoya. Antes hay que ofrecerles garantías de un crecimiento sostenido, de reformas legales que les faciliten su instalación, de mejorar la seguridad, de ampliar la infraestructura instalada en esos Estados. Es un proyecto a mediano y largo plazo.
A principios del siglo XX toda esa zona se desarrolló con la explotación del petróleo, de los bosques maderables, de la agricultura, pero con desventajas para México, que no se repita la historia.