Por Raúl Hernández Moreno
Integrar la planilla de regidores se ha convertido en una tarea difícil para los partidos, incluyendo al PAN.
Y es que organizaciones, personajes con peso político y los candidatos a la alcaldía, diputaciones, incluso a senadores, reclaman espacios en la planilla y curiosamente quieren los primeros lugares, para garantizar la inclusión de los candidatos en el próximo cabildo, se gane o se pierda.
Hasta antes de la elección del 2013, a los del PRI no les importaba ir en el número 1 de la lista, o en el 14. Para el caso era igual, estaban convencidos de que su partido ganaría y que en el cabildo ya no importa el número en que figuraron en la planilla, todos ganan lo mismo y los bonos extras dependen de la habilidad con que se muevan.
Antes del 2013, los opositores sabían que a ellos le iba a ir mejor que a los del PRI y que entre más gritaran mejor les iría, pudiendo duplicar, triplicar, o más, sus ingresos.
Con la llegada del PAN al Ayuntamiento, ahora los priistas si pelean los primeros lugares en la planilla. Quieren tener la garantía de que van a estar en el cabildo si su partido gana, si pierde y queda en segundo lugar o incluso si quedan en tercer lugar.
Pero es lamentable que un militante no confíe en su partido y exija ir en los primeros lugares. Que en los primeros lugares vayan ciudadanos apartidistas reconocidos en la comunidad no es garantía de que el partido va a ganar. Tampoco garantiza la victoria que en el primer lugar vaya el secretario general de un sector del PRI, la hermana de un Subsecretario Estatal, la hermana de un exalcalde o una exalcaldesa.
No solo no se garantiza el triunfo, sino que además se envía el mensaje a los militantes de que no hay confianza de ganar y por eso se busca asegurar un lugar en el próximo cabildo.
Para colmo, terminan llegando al cabildo elementos mediocres que no proponen, que no discuten, que no critican y terminan aliándose con el gobernante en turno, porque no les interesa su partido, ni la ciudad, ni su reputación, ni lo que piensen sus familiares. Lo que quieren es dinero y al carajo lo demás.
Algo tendría que hacerse para mejorar el desempeño de los regidores, tanto de mayoría como de minoría, para que sean más responsables con la sociedad.
Quizá una de las razones de su bajo desempeño, sea el hecho de que se les paga mucho por no hacer nada, salvo que trabajar sea acompañar al alcalde en turno a entregar obras o participar en comelitonas pagadas con el presupuesto público.
Si los cargos fuesen honorarios, o con pagos simbólicos, y además se les castigase por hacer transas, quizá al cabildo si llegarían elementos comprometidos con la comunidad y con la suficiente vergüenza para sonrojarse, cuando con razón alguien los señale de flojos.
Pero mientras ganen mucho y no hagan nada, seguiremos teniendo malos regidores. Que digo malos, malísimos, salvo raras excepciones.