Raúl Hernández Moreno
Cerrar la avenida Campeche, desde Reforma a Leandro Valle, y presentar al cantante grupero Celso Piña, fue todo un éxito, no solo por los más de 30 mil asistentes que oficialmente se maneja, si no porque por primera vez se logró tener un evento masivo, donde convivieron todas las clases sociales. Pobres y ricos estuvieron juntos, lo que rara vez se ve.
El éxito se fincó en la ubicación del evento, pues la Campeche está en medio de zona residencial lo que facilitó la asistencia de familias de clase media alta y clase alta, que disfrutaron de los más de 20 restaurantes que hay en esa calle y de paso escucharon a Celso Piña.
Eventos de esta naturaleza vale la pena efectuarlos dos o tres veces al año, porque se promueve la convivencia familiar. Pero además, hay familias a las que de plano les está vedado ir al teatro, a conciertos musicales o a eventos deportivos profesionales y no hablamos de ir a ciudades cercanas, sino incluso en su propia ciudad. El dinero no les alcanza.
Así que el gobierno estatal y municipal harían bien en repetir esta clase de eventos, dos o tres veces al año, incluso cambiando de sedes, para acercarlos a familias de esos sectores.
En otro tema, el viernes 20 regresa el basquetbol profesional, para lo cual tendrá el apoyo del gobierno que encabeza el alcalde Enrique Rivas Cuéllar. El juego inaugural será entre Los Toros y Santos de San Luis Potosí.
La temporada pasada, Los Toros recibieron un fuerte respaldo de la afición. Cada juego se tuvo una asistencia superior al 60 por ciento del aforo del Polyforum La Fe, aunque por una extraña razón nunca se tuvo un lleno total, ni en la inauguración ni en los juegos de la liguilla.
En otro tema, el agente aduanal Salvador Rosas tuvo el domingo su mega-carne asada con más de dos mil asistentes. Curiosamente, los panistas presentes se contaron con los dedos: Eliseo Raúl Huerta, Mariza Zarate, Leticia Meneses, Rogelio Soto.
No hubo ningún representante del gobierno del Estado ni del PAN. Mala señal. Eso sí la gente se divirtió con el espectáculo de la lucha libre y disfruto los tacos que se sirvieron.
Anuncia el agente aduanal que hará barbacoas en las colonias. Por supuesto no faltarán comensales.
Esto nos recuerda que hace algunas décadas, hubo un funcionario federal al que le gustaba asistir al desaparecido restaurante Cadillac. Se tomaba dos o tres whiskys y cada que le servían, ordenaba servirle a todos los asistentes una ronda de lo que estuvieran tomando. Al terminar el tercer o cuarto trago pedía su cuenta y la de todos los comensales, que podían ser más de cincuenta, más de un 80 por ciento gringos, que ni siquiera se daban por enterados de quién les pagaba su consumo.
Años más tarde el funcionario cayó en desgracia y pocos le tendieron la mano cuando hubo de enfrentar a la justicia.
Así es la vida, así es la gente, cuando un desconocido a anuncia pan y circo gratis. No hay compromiso de ningún tipo. Hasta para tirar el dinero se necesita gracia, porque cuando un pordiosero ve a un hombre encender un cigarrillo con un billete de 100 dólares, se le despierta ira y enojo, no empatía.
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