Por Raúl Hernández Moreno
Se confunden quienes aseguran que durante el proceso electoral están prohibidos los programas sociales. Estos siguen adelante, lo que está prohibido es difundirlos.
Así pues, las becas, las despensas, les ayudará los viejitos de 68 años y más, los apoyos a madres solteras, el seguro popular, entre otros, no deben detenerse, puesto que están dirigidos para los grupos sociales más vulnerables de la sociedad.
Estos programas los desarrollan los tres niveles de gobierno. Es bueno que sigan adelante. Suspenderlos afectaría a estos grupos, porque por más mínimos que sean los apoyos, de algo han de servir.
En otro tema, sigue siendo una incógnita el impacto que tendrá entre los candidatos de Morena el pésimo papel que realiza el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Es tan pésimo que, de seguir así, en el futuro terminará con peor imagen que la de Antonio López de Santa Ana.
En el caso concreto de Nuevo Laredo, López Obrador no cumplió en el tema de igualar el precio de la gasolina en que se vende en Laredo, Texas. No bajo el IVA al 8 por ciento, no bajo el ISR al 20 por ciento – más que a un reducido número de contribuyentes que caen en la categoría de fifís—no bajo el precio de la electricidad ni el gas. Para colmo subió en 3 años la ayuda a los viejitos.
A los mayores de 68 años se les entregan 2,550 pesos y el gobierno está convencido de que con ese dinero se pueden dar la gran vida — ¿con 50 pesos diarios?, por favor–.
En estos meses de gobierno no sean visto avances en ningún tema. Eso sí, el Presidente inventa muchos pretextos echándole la culpa a los anteriores gobiernos, lo cual él y todos los mexicanos ya lo sabíamos. Por eso lo eligieron 30 millones de votantes, pero para que diera resultados, no para que nos diera pretextos para justificar su incompetencia.
En las elecciones del 2 de junio, vamos a ver si continúa el matrimonio entre chairos y AMLO, o si este idilio se derrumba.
Todos los que sabemos lo más elemental de la historia de Alemania recordamos que de 1933 a 1941, la mayor parte de los alemanes adoraban a Adolfo Hitler y lo convirtieron en un hombre-Dios. Estaban convencidos de que pondría al mundo al pie de la nación teutona.
Las mujeres querían un hijo de él, los hombres lo veían como un padre, los niños aspiraban a convertirse en guerreros al servicio de la patria.
Pero cuando fue evidente que la guerra no se acabaría, y encima Hitler le declaró la guerra a Rusia, un sector de Alemania empezó a aborrecerlo y planeó su eliminación, con resultados fallidos.
Hoy, 74 años después de que Hitler se suicidó, es uno de los personajes más odiados en Alemania y el mundo entero. Los que lo adoraban, terminaron odiándolo, lo que confirma que los amores no son siempre para siempre.
El año pasado, la imagen de AMLO ayudó a los candidatos de Morena. Hoy no sabemos si continuará esa ayuda o si, al contrario, les afecta como paso con Enrique Peña Nieto y el PRI. Y Peña Nieto, reiteramos, pulverizó en las urnas a López Obrador en el 2012 y lo hizo ver como un adversario chiquito, muy chiquito, pero los mexicanos son de memoria muy corta.