Por Raúl Hernández Moreno
Marisa Zarate dio a conocer, a través de las redes sociales, su renuncia al PAN. La pregunta es, ¿alguna vez estuvo en el PAN?
Y es que a raíz de que Carlos Canturosas ganó la alcaldía en el 2013, de pronto se puso de moda afiliarse al PAN, primero lo hicieron decenas y después centenas. No solo se afiliaron, de paso se desgarraron las vestiduras hablando de lo duro que había sido militar en un partido donde se perdía una elección, luego la siguiente y después otra más.
Con el triunfo de Canturosas — que hasta ese 2013 había despreciado al PAN y se había negado a afiliarse, a pesar de que le dieron la oportunidad de ser regidor de minoría en el trienio 2005-2007 — panistas viejos y los neopanistas empezaron a hablar de tiempos de jauja en los que tendrían que acostumbrarse a gastar la riqueza que ganarían en los años por venir.
Pero antes de eso, aún los militantes activos, como la propia Marisa Zarate, se negaban a apoyar al partido en tiempo de elecciones y no querían representarlo en una casilla, porque era muy pesado, se quejaban.
De un padrón de poco más de un centenar de militantes, el PAN llegó casi a los 700 y finalmente quedó en 526, todo esto en el lapso de los últimos cuatro años.
En estos últimos cuatro años se ha marcado una línea clara entre panistas, neopanistas y canturosistas.
Hasta antes de los primeros meses del 2016, en Nuevo Laredo prevalecía el culto a Canturosas. La mayoría de los militantes del partido se negaban a presentarse en los actos de Francisco García Cabeza de Vaca. Hay la anécdota de una diputada que llorando se disculpo por no atender una invitación del entonces Senador, porque de hacerlo, “me echo encima a Carlos”. Este culto a la personalidad era atendido por neopanistas y canturosistas, aunque es difícil definir quiénes son unos y quiénes otros, pues se confunden.
Regresando con Marisa Zarate, la mujer dice que no puede estar en un partido que se alejó de los principios de sus fundadores, pero lo curioso es que hace unas cuantas semanas acepto hacerse cargo de una oficina estatal, de donde salió a los pocos días. ¿En tan pocas semanas se trastornó el PAN? ¿O es que renuncio al PAN porque no le dieron la oportunidad de ser funcionaria? Con que poca agua se ahoga, debería de aprender de militantes como Rubén Sierra y José Luis Loredo, a los que posiblemente no les alcance la vida para ser regidores y sin embargo son leales al PAN. Militantes de ese calibre se requieren en todos los partidos. Y este no es una cuestión de preparación académica, sino de voluntad y de querer hacer bien las cosas, porque un título universitario o una gruesa cuenta bancaria no quita lo bufón y lo mediocre.
Cuando hace algunas semanas el abogado Roberto Rodríguez renunció a su cargo estatal, al menos fue sincero y dijo que lo hacía por la poca paga. El no pertenece al PAN y sin embargo no hizo reproches, simplemente se retiro a sus negocios privados.
El PAN debe tener filtros internos para hacer una separación entre militantes reales y militantes de ocasión y tener bajo observación a estos últimos.