
Por Raúl Hernández Moreno
Este sábado 3, Daniel Peña Treviño se registrará como precandidato del PRI a la presidencia municipal.
No será el único, también lo hará el empresario Javier Peña Osornio, salvo que directivos del partido lo convenzan de que no lo haga.
En el 2015 Javier Peña también se registró como aspirante a la candidatura a la diputación federal, pero la Comisión Nacional de Procesos Internos, no lo validó, con el argumento de que no cumplió con todos los requisitos fijados en la Convocatoria respectiva, entre ellos una constancia de capacitación del ICADEP.
Cuando Pipo Peña, como lo conocen sus cuates, presentó su solicitud de registro en Ciudad Victoria, lo hizo minutos antes de que lo hiciera Alejandro Guevara. De hecho se le adelantó y los presentes se le quedaron mirando con cara de sorpresa, pues no estaba contemplado su registro en la agenda del día.
Como el PRI poco ha cambiado en las últimas décadas, es muy seguro que la solicitud de registro de Peña no prospere.
La candidatura de Daniel Peña si se consensó con un reducido grupo de cabezas de sectores, grupos y clase política, que se decidieron por Daniel Peña. No fueron más de 20 los consultados.
Eso de que se consenso a la militancia priista, es una vacilada más de un sistema político que se apoya en la simulación y de la cual no es ajeno ningún partido. Lo vemos a nivel nacional, ningún aspirante presidencial es resultado de la democracia. Dos son resultado de auto-imposiciones y el otro fue impuesto por el Presidente Enrique Peña.
Pero volviendo a Nuevo Laredo, en la recta final de la candidatura priista quedaron Daniel Peña y Jesús Valdez y el primero resultó agraciado. El problema es que a todo mundo se les olvidó que Pipo también aspiraba a ser candidato. Nadie tuvo la cortesía de invitarlo a la reunión final con Sergio Guajardo, José Hernández Cuesta y Eliseo Castillo, encuentro al que sí se convocó a Daniel y a Chuy Valdez.
Si a Pipo lo hubieran convocado a esa reunión y le hubiesen dicho que el consenso entre la cúpula priista de Nuevo Laredo no lo favoreció, seguramente hoy estaría de acuerdo en que otro sea el candidato.
Suponemos que al final el enojo de Pipo Peña no pasará de un exabrupto más. Será una raya más en el tigre. Es probable que el partido no haga nada, como no se ha hecho con tantos incidentes que se han venido dando en los últimos años.
Se va un exalcalde del PRI y nadie hace el intento de retenerlo. Se sospecha de varias organizaciones trabajando para los adversarios y nadie les pide una explicación. Se sabe de las desavenencias de la CTM y CNOP, y no hay el intento de contentarlos.
Se sigue actuando como si el PRI fuese gobierno y no lo es. Cuando el PRI y el gobierno eran uno solo, se podía mandar al carajo a cualquiera.
En 1986, a la CNOP exigió 7 posiciones en la planilla de regidores, el delegado del PRI les ofreció 6, la CNOP las rechazó y el PRI habilitó como cenopistas a periodistas y profesionistas. Y no pasó nada: el PRI gano la elección, pero que chiste: el PRI y el gobierno eran uno solo.