Por Raúl Hernández Moreno
El PRI se prepara para celebrar el 90 aniversario de su fundación –con sus dos anteriores nombres— el 4 de marzo.
Al nacer en 1929, Partido Nacional Revolucionario fue el resultado de la fusión de más de 8 mil partidos, en una población de 16.5 millones en el país. Muchos de estos partidos carecían de militantes, otros apenas aglutinaban unos pocas decenas de afiliados. Nació para acabar con los levantamientos militares tan comunes desde el estallamiento de la Revolución y la década de los años veinte. Con el paso del tiempo se logró el objetivo y hasta 1989 se sostuvo como un partido hegemónico en el que a los opositores se les ofrecían dos opciones: una convivencia negociada, o el garrote vil. Fue una dicta-blanda cuando los opositores cooperaban y una dictadura salvaje con los que no cooperaban.
En el lapso de 1989 al 2000 se empezó a generar una competencia entre el PRI primero con el PAN y luego con la izquierda. En el 2000 al PRI lo sacó el PAN de Los Pinos, pero le permitió controlar la mayor parte de los Estados y el Congreso, lo que hizo que el PRI mantuviese el poder en Estados y Municipios, lo que al final les gustó más a gobernadores y alcaldes porque los convirtió en reyes de sus territorios.
Con la llegada de Morena al poder, el PRI quedó convertido en un partido a nivel chiquillada y se mantiene fuerte en los Estados y Municipios donde gobierna, lo que le permite meter mano a los recursos oficiales. Donde no hay esta característica, su presencia disminuye cada día.
Después de diciembre de 2018, cuando entregó el gobierno federal, el PRI desechó la oportunidad de democratizarse. Si los militantes hubiesen tenido el derecho de elegir a sus candidatos y dirigentes, se hubiesen sentido animados a participar en política con mayor interés. En vez de eso siguen las imposiciones y así no hay forma de que el PRI crezca. Los militantes saben que cada voto a favor de su partido, fortalece a sus dirigentes, pero no a ellos.
El PRI cada vez se empequeñece más y es increíble que el PES y PT tengan más legisladores que el tricolor, lo que da una idea de dónde está el PRI, además de que está atrapado ahí, sin muchas esperanzas de salir de ahí, en tanto no aplique nuevas estrategias, entre ellas su democratización.
En otro tema, mientras PAN y Morena ya tienen casi completa su lista de candidatos plurinominales a la diputación local, el PRI no lo ha hecho. Pero no se necesita ser adivino para saber quién va en primer lugar, aunque en un descuido el nombre y se repite en el 3, 5, 7, 9, 11 y 13, en todos los impares, para respetar la equidad de género.
Sorprendente sería que la citada dama, “ya saben quién”, en un acto de honestidad anunciara que no va en ningún lugar de la lista del PRI. Pero ese tipo de valores morales y políticos poco se ve, salvo en el cine.
El que sí se descartó para ir en las pluris, es el ex diputado federal Edgar Melhem Salinas. Dice que hay que darle oportunidad a nuevos cuadros.