Por Raúl Hernández Moreno
El Director de Patrimonio Estatal, Alejandro Mayne Valdez, anunció el retiro de alrededor de mil 500 vehículos que funcionarios utilizaban para uso particular.
Había por lo menos 600 unidades que los funcionarios usaban para ir de su casa a la oficina y en asuntos personales, como llevar a los hijos a la escuela. No solo usaban los vehículos, también recibían vales de gasolina y se les pagaba el mantenimiento de la unidad.
Los vehículos serán canalizados a las dependencias estatales para que sea usados en actividades propias del trabajo, e incluso se van a enviar automóviles y camionetas a los DIF municipales.
Son esta clase de privilegios – a los que hay que agregar seguros médicos, pago de choferes, celulares, cuentas de restaurant, visitas al salón de belleza, pago de borracheras, viajes nacionales y al extranjero, entre otros—los que enardecen a los ciudadanos. No importa si los privilegios los pagan los gobiernos del PRI, PAN, PRD, Morena, el Verde, o el partido que sea, para el caso es lo mismo.
Qué bueno que al menos el gobierno del Estado haya ordenado retirar los vehículos a los funcionarios que no los requieren.
En el 2016, cuando Francisco Chavira se lanzó como candidato independiente a la gubernatura, se aventó la puntada de decir que si ganaba desecharía las camionetas blindadas y que estas la destinaría para el transporte de ciudadanos a puntos de reunión más interesantes.
Era una ocurrencia, ciertamente, pero el que se la escuchaba se la festejaba, porque para el ciudadano común causa enojo saber que un funcionario goza de toda clase de privilegios a costillas de los ciudadanos, que son los que finalmente garantizan sus salarios, con los impuestos que pagan.
En otro tema, que absurdas son las reglas de las pre-campañas. Durante este tiempo, los partidos se promueven al interior, porque hacerlo al exterior está prohibido. Lo paradójico es que los apartidistas escuchamos spot en la radio, vemos spot en la televisión y vemos y leemos mensajes en espectaculares, pero terminamos con la leyenda “propaganda dirigida a los militantes de tal partido”. Uff!, hasta ese momento nos enteramos que escuchamos o leímos un mensaje que no estaba dirigido para nosotros. ¿Algún día nos impondrán una multa por leer lo que no debemos, por escuchar lo que no debemos? Nada más eso falta, quien nos manda andar de curiosos.
Luego terminan las pre-campañas y viene una veda de dos meses, ¿no sería mejor que entre una y otra hubiese una diferencia de no más de 5 o 7 días? O de plano que se eliminen las pre-campañas, porque lo largo de la veda origina que se congelen los ánimos de los militantes de los partidos, que de por si son minoría en la sociedad.
Las leyes electorales en México son un catálogo de incongruencias y todo ello es resultado de la partidocracia que padecemos. Mientras los partidos manden, el ciudadano verá limitados sus derechos.