Por Raúl Hernández Moreno
Vaya que se complicó el recuento de votos. El Instituto Nacional Electoral revisará casi el 80 por ciento de los resultados de las elecciones de senador y diputado federal.
En cambio en la elección de Presidente de la República no hay problema: Morena ganó, el partido está conforme y también lo están el PAN y el PRI que aceptan que no ganaron.
Es una revisión que se hará en todo el Estado. De 4628 casillas instaladas se revisarán 3,823 de la elección de senador y 3,790 de la de diputado federal.
Esta revisión en cierta forma es sana: Morena están convencido de que le robaron votos y la revisión dará certeza al recuento. El PAN tampoco debe estar preocupado o molesto: si ganó, el recuento lo confirmará.
Es evidente que no puede haber un recuento perfecto del 100 por ciento por parte de los funcionarios de casilla. No son profesionales, algunos participaron como funcionarios por primera vez. Las inconsistencias deben ser muy mínimas. Ahora que si hay inconsistencias serias, sería diferente.
En el caso de Nuevo Laredo, de las 523 casillas instaladas se revisarán 467 en la elección de diputado federal y 470 en la de senadores.
Después de que el INE concluya el recuento, los partidos que no estén conformes con los resultados podrán impugnar ante el Tribunal Federal Electoral.
Lo que si nos llama la atención es el hecho de que los partidos tienen en su poder las copias de las actas de escrutinio sino de las 523 casillas instaladas, si la gran mayoría. Si las tienen y el voto los favoreció, que las presenten. Eso generaría la seguridad de que no están impugnando por el afán de molestar.
Recordamos que en 1983, el PAN gano la elección de presidente municipal y exhibió las actas de escrutinio de todas las casillas en la plaza Hidalgo. Sin embargo, eran los tiempos en que los órganos electorales los controlaba la Secretaría de Gobernación y por arte de magia surgieron más de una decena de actas en las que el candidato del PRI obtuvo más de 800 votos contra cero del PAN y se modificaron los resultados.
Esa es la única vez, en que un partido muestra sus actas de escrutinio para demostrar que si gano en las urnas.
Después de eso, se ha hecho costumbre denunciar que hubo fraude, pero sin demostrarlo. Y obviamente luego surgen leyendas urbanas y no falta quien diga que en tal centro universitario se marcaron las boletas que le dieron el triunfo a tal o cual.
Es el pataleo, que más que derecho, como lo llama la vox populi, suena a abuso, porque se pone a trabajar a las instituciones y eso cuesta dinero que sale de nuestros impuestos.