Por Raúl Hernández Moreno
Si a alguien le daría gusto la detención de Egidio Torre Cantú es a los priistas. No le perdonan haber entregado el Estado al PAN y tampoco le perdonan haber golpeado y maltratado al grupo cercano a su hermano Rodolfo Torre Cantú. En vez de arroparlos, los hizo a un lado, como si él hubiese ganado realmente en las urnas, cuando fue un voto de solidaridad con el caído.
Y como creyó que el que gano fue él, jamás se preocupó por esclarecer de manera legal el crimen de su hermano. Seis años fueron insuficientes para generar una respuesta legal y transcurridos cuatro años más, es evidente que jamás se va a esclarecer de manera legal, aunque es probable que en algunos años surja una explicación informal.
Aún recordamos que, en agosto de 2010, un grupo de regidores opositores, y algunos del PRI, se acercaron con Egidio Torre para pedirle la remoción del presidente municipal Benjamín Galván y les contestó que él no había puesto a Benjamín y por lo tanto no podía quitarlo. Si lo hubiera hecho, la historia habría sido diferente.
No sabemos hasta dónde vaya a llegar la investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera y Económica de Tamaulipas, que sigue el rastro de más de dos mil millones de pesos robados al erario, mediante facturas de empresas fantasmas.
Ya hay más de 100 órdenes de aprehensión solicitadas, ya se detuvo a un subsecretario de egresos de Egidio, se busca a un ex alcalde de Nuevo Laredo y habrá que ver si los detenidos involucran a Egidio Torre o asumen la responsabilidad de los ilícitos imputados.
Hasta ahora ninguna autoridad ha informado que se le investigue al exgobernador, pero en un sistema político donde las decisiones las toma el gobernante de mayor jerarquía, hay la percepción de que sí está involucrado.
Por lo pronto Egidio sigue tranquilo en su mansión de San Pedro a la que el imaginario le fijo un valor de 340 millones de pesos en octubre de 2016, unos 18 millones de dólares de entonces, aunque agentes inmobiliarios calculan que el valor real anda entre 3 y 4 millones de dólares. Es mucho, de todos modos.
En otro tema, dice el analista financiero David Páramo, que la economía mexicana se va a reactivar mediante el consumo ciudadano. No habrá ayuda del gobierno, y menos del cielo. La clave, apunta, es el consumo. Que el ciudadano vaya al restaurante, para que el mesero gane una propina, que el propietario saque para pagar salarios, servicios e impuestos y que él sus empleados le compren a otros. Y lo mismo aplica para todos los negocios, entre mayor consumo más rápido saldremos de la crisis. La pandemia actual, dice, es como cuando hay un terremoto o un huracán, en que la sociedad sale en apoyo de los más frágiles y les regala comida y agua embotellada. Ahora la clave esté en el consumo. En el que tiene dinero, pues. El regreso a la normalidad, con medidas preventivas y de sana distancia, tendrá que venir de la mano del consumo. El gobierno no nos va a sacar de la crisis y menos la 4T. La sociedad civil saldrá adelante, como salió de la crisis del 2009, la de 1994, la de 1982, de 1976, de 1929. Ya tenemos callo y vamos a salir adelante.