Por Raúl Hernández Moreno
Sería una tragedia para México que Donald Trump cumpla su amenaza de aumentar los aranceles a todo los productos que exportamos a Estados Unidos, iniciando con 5 por ciento el 10 de junio hasta llegar al 25 por ciento en octubre.
Para que esto no se cumpla, Trump pide controlar la inmigración.
Al final puede ser una bravata de Trump, porque la medida afectaría a los propios estadounidenses al pagar más por los productos fabricados en México.
Todo esto es culpa del Presidente Andrés Manuel López Obrador que abrió las puertas a la inmigración irregular y de paso ha sido timorato ante Trump, pues a cada insulto al país responde con un amor y paz. Es la misma actitud que asumió con España y el Vaticano al exigirles perdón por acciones de hace 500 años, lo batearon y nada hizo. ¿Entonces para qué tantas bravuconadas? Le gusta tirar la piedra y esconder la mano.
México tiene que controlar la inmigración. Exigirles a los que llegan un modo honesto de vivir, que mientras esperan ser atendidos por Estados Unidos paguen su estancia y alimentación. Una cosa es que las iglesias o particulares se ofrezcan a auxiliarlos y les brinden un lugar para dormir y comida, pero no pueden llegar a exigir. En el caso de Nuevo Laredo hay más de 2,500 inmigrantes, darles cobijo y alimentación a todos representa mucho dinero.
Desde que empezaron a llegar los inmigrantes, López Obrador instruyó a su gobierno para no molestarlos, pero no asignó recursos para atenderlos y han sido los gobiernos estatales y municipales los que han absorbido estos gastos.
Que López Obrador quiera ayudar a estos inmigrantes está bien. ¿Y nuestros millones de paisanos que viven en extrema pobreza en la selva de Chiapas, en la sierra de Durango u Oaxaca? ¿Y nuestros tarahumaras de Chihuahua que viven en cuevas? ¿Y los pescadores de Guerrero que sobreviven con ingresos de 30, 40 pesos diarios? ¿Y los miles de niños que viven en las calles de México? ¿Y los millones de pepenadores que viven de la basura? ¿A poco es correcto que los niños trabajen de cerillos en los supermercados o limpiando los vidrios de los coches?
Primero debe ser lo primero. Primero atender a los empobrecidos compatriotas y luego a los demás.
Un particular primero atiende a su familia, y si le sobran recursos puede atender a otros, pero no al revés.
López Obrador debe actuar con responsabilidad en el tema de la inmigración y en cualquier tema de gobierno, pero él insiste en andar de candidato, por eso el domingo, mientras hay elecciones en 6 Estados, va a poner en marcha los trabajos de construcción de la refinería Dos Bocas en Tabasco, un proyecto fallido en el que se van a invertir miles de millones de pesos, para que al final termine como el proyecto de la refinería de Tula, Hidalgo, en el que se gastaron más de 620 millones de dólares y termino en el abandono, por inviable. O como el canal intracostero que Manuel Cavazos se empeñó en construir a lo largo de la costa tamaulipeca y al final se desecho. Tirar el dinero ajeno es fácil y más para alguien que desde hace más tres lustros dejo de trabajar para vivir de la política.