Hasta este lunes, de lo que más se hablaba del alcalde de Miami, el republicano Francis X. Suarez, era si iba a entrar en la carrera presidencial republicana como uno más de los ‘enanitos’ que compiten por la nominación presidencial de ese partido frente al ‘gigante’ Donald Trump.
Pero ahora, las aspiraciones presidenciales de Suarez – si es que alguna vez las tuvo – se han esfumado. El alcalde va a ser el máximo responsable de que no haya algaradas ni actos violentos durante la imputación de Donald Trump en un juzgado de esa ciudad, este martes, en la que le serán leídos los cargos en su contra por la sustracción de cientos de documentos secretos de la Casa Blanca en sus últimas horas como jefe del Estado y del Gobierno de la primera potencia mundial.
Controlar a los seguidores de Trump es la mejor forma de ser impopular entre las bases de un Partido Republicano en el que, antes de la imputación, el ex presidente tenía una popularidad del 61%. Es el mismo problema que se plantea para el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que apenas cuenta con el 21% de la intención de voto en las primarias republicanas y que ahora ve cómo en su estado se celebra un juicio contra el mismo Trump al que él quiere derrotar en la carrera para la Casa Blanca.