Por Raúl Hernández Moreno
El 12 de mayo de 1994 se realizó el primer debate en México, entre candidatos presidenciales. Ahí, Diego Fernández de Ceballos, el abanderado del PAN, barrió y trapeó con sus adversarios del PRI, el gris Ernesto Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas, del PRD y sus aliados.
Fernández de Ceballos hizo lo que quiso y después de ese debate, para muchos no quedó duda de que sería el próximo Presidente de México. Sin embargo, en las tres últimas semanas de la campaña, bajo de intensidad, perdió y así nació la historia no oficial, de que se había vendido al sistema.
Seis años después, el 26 de mayo de 2000, Vicente Fox se ganó al público que vio el debate porque se vio a un candidato del PRI, Francisco Labastida quejándose de los insultos del panista y a un Cuauhtémoc Cárdenas que no reía ni haciéndole cosquillas.
Lo más recordable de ese encuentro es la terquedad de Fox con su “hoy, hoy”, que además le decía a la gente lo que esta quería escuchar, desde que resolvería el conflicto en Chiapas en 15 minutos, hasta ofrecer un crecimiento económico del 7 por ciento anual. Fox hace lo que hoy hacen todos los candidatos presidenciales: le dicen a la gente lo que quiere oír, aunque todos saben que es demagogia.
El 25 de abril de 2006, un envanecido Andrés Manuel López Obrador no asistió a ese debate, porque en ese momento las encuestas lo marcaban como favorito, con 31 puntos, 25 de Felipe Calderón y 15 de Roberto Madrazo. Como estaba en primer lugar, no quiso exponerse al golpeteo. Fue un grave error, Calderón terminó alcanzándolo y rebasándolo: ganó con 35.9 por ciento de la votación y 35.3 de López Obrador.
Lo más memorable del debate del 6 de mayo de 2012, fue la presencia de la edecán Julia Orayen, que lució un vestido entallado, con un escote pronunciado, que se ganó miradas obscenas de los candidatos presidenciales.
En los siguientes días todo mundo habló de la edecán — porque a pocos les interesó su nombre– y meses después terminó apareciendo desnuda en una revista para adultos.
El próximo 22 de abril se realizará el primero de tres debates presidenciales, en los que la estrella principal será Andrés Manuel López Obrador, al que sus propios adversarios se han encargado en hacerlo crecer, porque todos los días están más interesados en opinar sobre lo que dice o hace el tabasqueño, que en promover sus propias propuestas, si es que las hay, porque hasta ahora se empeñan en decir que saben cómo hacer las cosas, pero no explican cómo.
Los adversarios de López Obrador están convencidos de que en el debate lo pueden sacar de sus casillas y exhibirlo como un intolerante. El problema al que se enfrentan es que López Obrador es un polemista nato, hasta ahora nadie le gana en el debate. No va a tener problemas para enfrentarlos y aún empequeñecerlos. Igual y después del debate, sigue creciendo y sus rivales cayendo. Todos los días, desde hace tiempo, AMLO les ha ganado el debate a los demás candidatos. El impone la agenda nacional.
Al final es probable que el debate del 22 de abril se pierda en la mediocridad y que Meade siga en su tercer lugar y Anaya continúe estancado, porque la verdad es que a pocos les interesa escucharlos.