
POR FERNANDO ACUÑA PIÑEIRO
Desde su posición, como encarecedor de la educación privada, usó como trampolín las cúpulas de los organismos empresariales, y saltó hacia la alcaldía. Pero… ya siente que la silla municipal le queda chiquita, y busca la reelección, para convertirse en gobernador.
Los reynosenses del power sexenal, ya tomaron nota, y el resultado de lo que viene es que… sus dos años en la alcaldía, serán debut y despedida. El señor de la barba caprina, de que se va… se va.
Si Andrés Zorrilla hubiese existido en los tiempos de Shakespeare, habría desplazado al personaje de Macbeth, la figura emblemática de la desmedida ambición por el poder.
Desde los albores del trienio maderense, el alcalde dio muestras de que, había llegado para hacer lana, a diestra y siniestra. Ni las nuevas palmeras que pusieron en la playa, se salvaron del contratismo.
Al mismo tiempo, empezaron a aparecer, los departamentos de lujo y coches de más de medio millón de pesos, en la desproporción de los juniorazgos.
Pero lo peor, es que desde palacio de gobierno, se percataron de que Zorrilla traía prisa por promoverse, por escalar, de una manera desenfrenada.
Se puso a realizar giras a otros municipios, y a base de millonadas de publicidad, se construyó su propio culto a la personalidad, trastocando una regla elemental del poder: quiso brillar más que su jefe el gobernador.
Y eso, en política, es un pecado capital.
En Marzo del año pasado, el alcalde Zorrilla fue acusado por el trabajador de una de sus empresas. Aldo Ramírez Flores denunció que su patrón, ahora convertido en alcalde, le salió a deber horas extras, aguinaldos y vacaciones. En el affaire, salió a relucir otro milagrito: que el empresario Zorrilla jamás pagó los respectivos permisos de construcción al ayuntamiento. Violó los reglamentos de la ley de obra pública establecida. Ya a esas alturas, la bandera anti corrupción que Zorrilla había enarbolado en la campaña, lucía desgarrada y pisoteada, por los suelos.
Para la opinión pública del sur, resulta claro que, la actual administración municipal panista en ciudad Madero, resultó igual o peor que el decadente corporativismo petrolero y su mafia de líderes sindicales, ahogados en la burbuja negra de los privilegios, detonadores del hartazgo.
En agosto del 2017, el empresario Arturo Castellanos, denunció que el ayuntamiento zorrillista le exigió un “moche” del 40 por ciento en la contratación de obras o servicios, como condición para pagarle un antiguo adeudo.
Los señalamientos del afectado, apuntaron hacia el propio alcalde y su Tesorero, Adolfo Ortiz, y un pariente del jefe político maderense, de nombre José González.
En medio de esta cadena de escándalos, hoy Andrés Zorrilla sigue patrocinando toda una campaña de medios, con la intención de reelegirse en el cargo.
Para los analistas de la realidad maderense, el actual grupo en el poder municipal, va de mal en peor. Pareciera que, se trata de un suicidio político en mar abierto. Primero, trató de boicotear la candidatura de su adversario, el candidato de MORENA Adrián Oseguera, pero el tiro le salió por la culata.
El joven empresario, respaldado por el consenso ciudadano, se acaba de registrar ante el IETAM, como el candidato a la alcaldía, avalado por encuestas serias, que ya desde ahora le dan el triunfo.
Para los observadores políticos de la urbe petrolera y turística, no existe duda de que, a partir del dos de julio próximo, en Madero habrá un nuevo ayuntamiento, encabezado por Oseguera.
El corazón de los relojes maderenses, aceleran sus latidos. El tiempo depredador y autoritario de Andrés Zorrilla, se ha agotado.
Después de que retozó a su antojo como alcalde, nadie quiere saber de él: para las expectativas del desarrollo municipal, resulta un pesado lastre.
Y en el bunker cabecista del 15 y 16 Juárez, lo ven como un auténtico, chivo en cristalería.
——–UN HOMBRE LLAMADO AMÉRICO———-
Generalmente los médicos, antes de ser médicos son pacientes. La naturaleza de la carrera de medicina, impone rigor y apostolado, mucha concentración y enclaustramiento.
Aquellos que escogen este paraje de la ciencia, con sus naturales excepciones, garantizan en un 95 por ciento una disposición de servicio a sus semejantes. Son humanistas y solidarios.
Tal vez por ello, la mayoría de los médicos que participan en política, son triunfadores, pero lo son, porque previamente han hecho una cosa que a la gente le gusta mucho, la reivindica, y le otorga seguridad: me refiero a escuchar a los ciudadanos detenidamente; dedicarles tiempo.
De entrada, está es la clave.
El oficio de escuchar y de ser paciente, es un arte que se ha perdido en la política de estos tiempos. Generalmente los candidatos llegan, abrazan niños y ancianos, saludan, estrujan, piden el voto, desgranan a la carrera sus discursos y se van, tan rápido, como llegaron. La gente no los siente parte de ellos, sino más bien los ve como extraños, que más que aportar, llegan a pedir.
En el actual proceso electoral, actualmente participan, que yo sepa, tres médicos: Serapio Cantú Barragán en Reynosa, Gabriel de la Garza en San Fernando y el candidato a la senaduría por MORENA, el cardiólogo Américo Villarreal Anaya.
A diferencia de los dos primeros que ya tienen una considerable experiencia en la política partidista, Américo es la primera vez que participa en pos de un cargo de elección popular. Es dueño de un estilo mesurado, pero firme.
En lo personal he tenido oportunidad de ver su desenvolvimiento, sus primeros pasos, en el impredecible ruedo de la lucha por el poder, y créanme que aporta elementos nuevos al electorado. En primer lugar, se trata de un hombre honesto que ha trasladado la ética de la medicina a la política. No se puede decir que sea un gran orador, al estilo del corrupto de Ricardo Anaya, pero tiene convicciones y sueños en mejorar la seguridad y el bienestar económico de los jóvenes y mujeres tamaulipecas.
Existe un rasgo que distingue a Villarreal Anaya de algunos de sus homólogos de MORENA: Américo no depende en exclusiva del efecto AMLO, pues él mismo se ha sabido forjar una imagen, como funcionario público en el sector salud de nuestro estado.
Nunca ha negado la marca biológica de su buena estirpe, como hijo del ex gobernador Américo Villarreal Guerra, y en anteriores charlas, lo hemos escuchado decir que, se siente orgulloso de la memoria paterna, en la medida que lo identifica con el voluntarismo de trabajar y de lograr beneficios para el estado. Así ha surgido la frase: Voluntad Para hacer una nueva historia, junto con Andrés Manuel López Obrador.
La vertiente del sexenio americanista, que es uno de los pocos que se han salvado del terrible desgaste político y social, derivado de la crisis priista en Tamaulipas, hoy se ha fundido con el proyecto social de Andrés Manuel.
En lo esencial estamos hablando de esa corriente de pensamiento democrático, identificada con un Estado impulsor de la reivindicación social en México.
Américo Villarreal Anaya y MORENA en Tamaulipas. ¿El discurso emergente del reacomodo en 2018?
No hay que perderlos de vista.