Por Javier Claudio
Clarificando. – México enfrenta una verdadera crisis humanitaria al sumar más de 94 mil desaparecidos, los que representan una herida abierta heredada porque el Estado mexicano “abdicó de su responsabilidad de búsqueda de personas”. El lamento y dolor es extensivo en el país.
Clarín. – Innegablemente que es deplorable la situación que se vive, donde el ciudadano ha quedado a expensa del delincuente y esto -todavía- bajo el ruego de “abrazos no balazos”, cuando las acciones de contundencia para sofocar la incertidumbre sería lo más congruente. En 2017 se aprobó la ley general en materia de desaparición forzada de personas, desaparición cometida por particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda, pero hay que decirlo, fue trazado en un esquema inoperante.
Claroscuro. – Solo para observar los tamaños entre Nuevo León y Tamaulipas acerca de las obras relacionadas con el empuje al comercio exterior; en tanto a Nuevo Laredo ni tan siquiera le ha sido entregada de manera oficial la Autopista Km. 26-La Gloria, el estado vecino parece “darle vuelta a la hoja” en su ruta La Gloria-Colombia, luego de asegurar los recursos por tres mil 585 millones de pesos y apuntala su proyecto del tren Monterrey-San Antonio, como lazo que ni como vecinos cercanos tenemos.
Claro que sí. – Aderezamos nuestras desventajas con un llamado a hacer región con Nuevo León, pero aquí el caso no es hacer región, sino lo que hemos dejado de hacer para adquirir la estatura y dejar que el vecino estado nos mire por encima del hombro. ¿Qué organismo o qué institución se ha erguido por exigir a la Federación mayor atención a nuestro puerto fronterizo? Si acaso sería solamente el Consejo de Instituciones, desde donde bien “cacaraquea” una y otra vez Fernando Rodríguez Garza, toda esa discriminación que se nos aparenta en contra. Fuera de ahí, quién más.
Aclarando. – Es lamentable que agrupaciones que deberían ser vínculo a este tipo de obras, como la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), el Colegio de Arquitectos y el de Ingenieros, omitan su opinión sobre esta serie de fallas que obligadamente le debe exigir alzar la voz, como un acto honesto y de agradecimiento a nuestra ciudad. Su silencio es sepulcral y vergonzante, pues asemeja que prefieren la comodidad de guardar opiniones que enfrentar arqueos y/o prescindir de obras.