Por Javier Claudio.
Claridades. – Con más de tres lustros de intensa violencia, es innegable que Tamaulipas sufra la pérdida de eslabones de vida, principalmente de esas personas que fueron víctimas de la violencia de manera directa o indirecta y cuyas edades principalmente oscilan entre los 15 y los 25 años de edad. Nuestro Estado habría perdido un segmento de vida en esas edades promedio, ya sea por haber sido víctima inocente en alguna refriega entre autoridades y delincuentes o bien entre bandas.
Claro que sí. – Y ahí están los resultados de los altos índices de violencia, donde el Sistema DIF Estatal según identificó a mil 700 menores que han quedado en orfandad, bajo el cuidado de abuelas o algún familiar, para así optar por acciones de apoyo como es la conformación de un fideicomiso para ayudarlos en su desarrollo educativo y económico a través del programa “Nuestros niños, nuestro futuro”. El aparato de Gobierno Estatal ya ve con preocupación esa violenta acotación a la vida.
Clarín. – Aquí muy bien ya se podrían observar esos efectos, pues el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Maquiladora, Luís Eduardo Martínez López, admite que esa pérdida de vidas que ha roto el consecutivo del eslabón vida, es entre las edades que bien les podría faltar a las empresas maquiladoras locales y cuyo número suma un promedio de mil 100 vacantes desde hace casi dos años. No es que no haya gente que no quiera trabajar, sino que cumpla la edad solicitada.
Clarificando. – De acuerdo al estudio del Sistema DIF en Tamaulipas, las ciudades con mayor problema de orfandad de niños son las ciudades de Reynosa, Ciudad Vitoria y San Fernando, donde las descargas de violencia iniciaron después que en Nuevo Laredo. Y sin embargo, se asegura que los efectos son mayores allá. Es entonces que si la violencia se presentó aquí primero, deben existir cifras más altas que en aquellas ciudades de menores huérfanos. ¿O no podría ser así…?
Claroscuro. – Un caso muy particular fue la colonia Villas de San Miguel, surgida inmediatamente después de la última bonanza de nuestra ciudad y en el inicio de la época delincuencial más aciaga. Sucedió que la oferta de vivienda la hizo la poderosa constructora Homex, yendo hasta domicilio, sin esperar la intermediación de Infonavit y aún sin considerar que si bien había dinero ahí en ese sector no era precisamente del todo proveniente de lo lícito. El vigor y ambición de Homex, nadie lo pudo parar.
Aclarando. – La delincuencia atrapó a Villas de San Miguel, donde la mayoría de los jovencitos traía su dinero e hizo mujeres a jovencitas, lo que fue oportunidad de venta para Homex al ofertar casas hasta en cinco mil pesos de enganche. Así, se vieron chamacas de 16 años de edad como nuevas amas de hogar, maravilladas por esos adolescentes imberbes al servicio del delito. Operó una economía ficticia que no tardó en tronar y el anuncio lo hizo la empresa Homex que salió en huida de la ciudad.
Claro que no. – Comenzó a desvanecer ese falso paraíso, quedando jovencitas embarazadas, viudas y además en viviendas inciertas, las que apenas tenían dos o tres pagos aportados en el pago. Fue entonces que tuvieron que devolver esas casas que alguna vez fueron ilusión de propiedad, aunque mal habidas, y que ni siquiera llegaron al litigio para embargo. Es por eso que la mayor cantidad de viviendas abandonadas está en la colonia Villas de San Miguel. El problema de orfandad que ataja hoy el Estado ya lo vivía entonces Nuevo Laredo.
Sabía usted que. – El “pecado” de la empresa constructora Homex, estableció por la calle Héroes casi al llegar a la avenida Obregón, es que era originaria de Sinaloa y por lo tanto se le identificaban como prestanombres de un poderoso grupo delincuencial foráneo. Finalmente determinó la huida de la ciudad, cuando los empleados de Homex primeramente fueron víctimas de pago de cuotas y concluyeron al ser secuestrado parte de su personal ejecutivo.