Los expertos han deducido, a partir de la extremidad, dónde fue colocada su estatua, cuándo se esculpió, el culto que representaba y con qué fin fue erigida en el foro de una ciudad romana de los Pirineos.
Mientras trabaja hace varias décadas en una finca de Artieda (Zaragoza), el agricultor Sebastián Iguácel Soteras encontró sobre la tierra una mano de mármol que correspondía a una antigua escultura romana. En fechas recientes, se la cedió al Ayuntamiento aragonés que, desde este mayo pasado, la expone entre otras piezas arqueológicas en la torre de la iglesia parroquial.