LUPITA TORRES / LA RED DE ALTAMIRA
TAMPICO.- Don Mario, un invidente que reside en la Isleta Pérez, “perdió la vista” por segunda vez, pues hace días que no sabe de su perro Peluchín, quien lo ha acompañado a donde quiera que necesita ir, durante los últimos 6 años de vida, casi desde que dejó de ver a causa de un fuerte dolor de cabeza. Este jueves el hombre cumplió años y el único regalo al que aspira, es a recuperar a quien además, es su mejor amigo y guía.
Sentado sobre la banqueta de un negocio de reparación de celulares, con su amigo Carlos, don Mario relató que aparentemente se trató de un robo, pues la última vez que escuchó a su amigo de 4 patas, intentaba ladrar, pero como que no se lo permitieron, y escuchó el motor de un auto arrancar y alejarse. Eso fue hace menos de una semana.
Impotente por su limitación visual, don Mario se quedó sobre la banqueta, esperando que no fuera verdad lo que había deducido a través de lo que escuchó, pero Peluchín no ha regresado a casa y él extraña a su mejor amigo, a su compañero de andanzas.
“El se la vivía enfrente, pero yo sólo le sonaba el bastón y se me acercaba y yo le decía ‘vamos a pasear pa’ y nos íbamos al súper ahí pegadito, pegadito a la banqueta, en las cruzadas de la calle yo siempre espero que alguna persona me apoye para pasar y ya el perrito ahí va conmigo, bien noble”, dijo entre lágrimas.
Es 6 de octubre, fecha en que don Mario cumple 67 años de vida pero hace unos días, el 4 de octubre se cumplieron 7 años de que perdió la vista.
Dice que ha recibido apoyo de algunas personas para ir a tratamiento pero tiene la córnea pegada y el iris se selló, ya no aprecia casi nada, por eso se apoyaba en Peluchín, por eso lo quiere, por eso lo extraña y por eso pide la ayuda de la comunidad para recuperarlo, pues es el único que lo conoce y guía a cualquier hora.
Mario Alberto Ferrer González se desempeñó como plomero, ayudante de albañil, electricista, obrero, carretonero y finalmente, comprando fierro viejo, pero la falta de visión y diversos padecimientos en el resto de su cuerpo ya no le permiten moverse con facilidad, por lo que vive de la generosidad de quien le brinda algún alimento o bebida.
Dice tener familia pero que no cuenta con ellos, sin embargo, tampoco les pide nada, prefiere a su perro, al que ruega lo traigan de regreso.
“Es una chulada, una chulada de animal… la última vez que lo escuché anduvo un carro, ahí estaba sentado y luego se fue enfrente yo pregunté “oye mi perro” y me dijeron ahí está enfrente, echadito y dije ah, bueno y ya como a la 1 de la tarde fui por tortillas para comer y fue cuando oí al perrito del carro, no supe qué hacer, no había nadie cerca y empecé a gritar ‘Peluchín, Peluchín’ y se escuchaba como si lo estuvieran silenciando pero ya adentro del carro, fue cuando oí el arrancón, le comenté aquí al amigo y me dijo ‘anda alborotado, hombre, por ahí anda’ y le dije yo no veo pero tengo el oído bien desarrollado y desde esa vez, ya no lo he vuelto a escuchar, ni a sentir aquí conmigo”.
Evidentemente consternado, dice que él no lo esperaba, pero Peluchín llegó a su vida un año después de perder la vista, pues compartía con animalitos cercanos lo que le daban de comer; así fue como se apareció su amigo y ya no lo dejó solo, lo acompañaba siempre, hasta que sucedió lo del auto donde sospecha que se lo llevaron, por lo que pide que se toquen el corazón y devuelvan a su lazarillo a casa.